La primera letra

Piensen en la letra "a".
La letra "a", abierta, es como una boca eterna y viva. Un anillo elemental, una letra sin huesos, carne esencial, pulpa sin carozo, materia de los recuerdos.
Agujero de la belleza, orificio del viento, costumbre alta de las proezas. Agujero de los mártires. Plomo sin peso evidente.
La letra "a".

Cara sin boca. Oreja sin el agua de los sonidos. La semana sin días. El día sin horas. Las horas sin sustancia en el torrente del cuerpo. Los minutos sin la aguja de los segundos. Los segundos eternos y ciertos.
La marca del corazón en el azogue triste de los espejos.
La letra "a".Vocal de sueños. Larga cola nupcial de la simpleza. Luz militante, piedra de la inocencia, monja indecente y obscena.
Hermana del invierno. Gota secreta y lenta.
La letra "a".

La letra "a", comienzo del alfabeto. Idiota de las vocales, baba de la lengua.
La letra "a", agua de sus momentos, sonido salival, baba mugrienta.
Letra lenta del largo cabello, insignia de los imberbes, caspa de los adolescentes, signo del mar, perla de mierda.
Letra "a", voz elocuente. Letra serena.


Caramba con esa letra: carajo, caracol, camarilla de versos.
Amar, avispa y alfanje.
Caracas, caca y alharaca. Aire abstracto.
Médula de esa letra: algarabía, ataque, suprema aspiración para los que sufren asma.
Acordeón para los músicos, azúcar blanca para los diabéticos. Artista para William Shakespeare.

Bosta de letra, vasija, carámbano en las cavernas: cama, camastro, caída en silencio, arpa del oso y arcabuz resplandeciente de los ciegos.
Arma sin balas, capilla de los ateos.

"A" de acordarse, de atardecer en silencio, "a" de acostarse con la más bella y buena, "a" del verbo sufrir que carece de esa letra.

La última letra de la palabra "mentira". La cuarta de "soga", el nudo que se cierra sobre la garganta. La palabra "ahorcado".

La primera letra. Huevo del tiempo, germen del lenguaje, "a" de adecuado, de además, de ayer.

"A" de aplastar, "a" de alteza.
La letra del sexo.
Lengua del viento.

"A" de lavar y estar atenta.


Los judíos pensaban que la primera letra era una huella del dedo de Dios. Los árabes creían que la letra de ese sonido correspondía a la piedra de la Meca. Los vikingos suponían que era la piedra de los ahogados, que esa letra imponente conducía al fondo mismo del mar, que era una letra de agua salada, de oleaje y navegación, la letra del misterio.
Los antiguos asirios suponían que ese sonido abría las puertas del oro, las puertas inherentes a la riqueza.
En Babilonia era la mejor letra. La letra que despertaba el deseo de las mujeres.

En la letra "a" existe un silencio. Ese silencio tiene un espejo. Y en el espejo se refleja el eco. La cara del sonido, la boca y los ojos, lo rasgos de la letra "a".
Sus aletas, sus arcas, sus blancas almejas, hacen de la letra "a" un rostro de cera que se derrite al observar sus acontecimientos.
Cada instante gotea en su materia violenta, cada momento se detiene a verla. La letra "a", la primera letra, suelta un jugo astringente, la savia de su experiencia.
Sangre de la letra "a". Zumo de arrobas.
Tarántulas de su piel, rasgos de su evidencia.
Como un barco, avanza la letra "a", el filo de su quilla. Como una nave sin peso en el lenguaje, como una figura en el viento, como un color, como la misma muerte.
Como el colmillo de una palabra, como la palabra de un tigre, como el tigre de la ilusión, como la ilusión de un hecho.
Tigre, ilusión, palabra.
La letra sale a su encuentro.

Como un adverbio de tiempo. Como la sangre de los adjetivos, como el alimento más antiguo de los verbos.
Como la sustancia de los idiomas, como la sintaxis de cada lengua, como el pan blanco en la noche, como la luna negra.

La primera letra.

Imaginen un niño mudo: el niño no puede hablar, no puede mover la lengua. Pero piensa. En el fondo de su corazón existe esta letra.
La letra "a" sin voz, sin conciencia.
Piensen en ese niño, en su lengua. Piensen en lo que mira: una sola letra.

Nadie sabe en verdad lo que significa el silencio. Es un mar de pelos negros, es un árbol en la tierra, es un recipiente vacío, es la ausencia de una yegua.
Su relincho en el campo desierto, la luz sin su cuerpo.

A grupas de la letra "a" viaja el viento de la conciencia.
Yegua.
Letrita "a", por tu cuerpo, pasan las voces de las estrellas.
Letra "a", en este momento, conspira un General, un teniente se queja.
Letra "a": en tu sonido mueren los presidentes, los patriarcas se acongojan, se vuelven las viudas secas.
Letra "a": los collares del maíz, las guirnaldas de las arvejas, las coronas de los tubérculos, el terciopelo de las legumbres, el pecho de las acelgas y el animal de las penas se vuelven de pronto universales dentro de tu corteza.
Dentro del nudo de tu corazón se vuelven la sombras buenas.
El crepúsculo amanece.
No hay mal que por bien no venga.

Alba de las hormigas, caravana de las faenas, sacrificio del lobo y pesadumbre de estrella.
Canto de la letra "a", saliva llena.

Ballenas, alabastros, aspas de la letra "a", quédense quietas, duerman.
Habrá un día para olvidar.
Habrá un día sin pena.

Mientras tanto, las otras cuatro vocales del idioma español no duermen, No paran de hablar ni de comer papas de silencio.
La "e", la "i", la "o", la "u".
Letras compañeras, algas marinas del océano. Letras.

Mientras duerme la "a" las demás letras se despiertan.

Pero la "a" es la primera.
Piensen en la "a" y duerman.


                                                                                                                                                                                                             [Rafael Courtoisie]

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