Milonga de Jorge Luis Borges
Milonga de un escritor,
milonga de aquel poeta.
Milonga que lo interpreta
con un verso que fue suyo,
verso que es canto y orgullo
que la guitarra completa.

De Palermo al Barrio Sur
las noches lo vieron irse.
En las calles confundirse
con la bruma del suburbio.
Caminante de ojos turbios
que jamás va a repetirse.

Relator de los corajes
de malevos olvidados,
que pasaban por al lado
de la muerte sin mosquearse.
Hoy habrán de reencontrarse
junto a otro Maldonado.

Incansable explorador
de azarosos laberintos.
Viajero de los distintos
senderos del universo.
Por mapa llevaba un verso
en un idioma ya extinto.

Ruge el tigre entre sus letras.
Causa pavor el espejo.
Brilla distante el reflejo
de un farol en una esquina,
que de amarillo ilumina
los años que ya están lejos.
 

Milonga de aquel guardián
de anaqueles infinitos.
Protector de antiguos mitos,
de rimas y pensamientos,
bajo un hondo firmamento
de mármoles y granito.

Ginebra lo vio crecer.
Buenos Aires fue su tierra.
Adrogué aún encierra
el intento de su muerte.
Vuelve a Ginebra la suerte,
donde su historia se cierra.

                                                  Belgrano.11/5/97

[Fabián Maison]

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