Romance I

 

El rey Toteotzin, tirano

Y señor de los chalqueses,

Á quien sus vasallos odian

Y adulan porque le temen;

 

Aquel monarca que en duro

Corazón albergó siempre

Del despotismo y la envidia

Las emponzoñadas sierpes,

 

Tras una sangrienta lucha

En que cetro y honor pierde,

Vencido al fin por las armas

De los mejicanos, muere.

 

Las vencedoras lejiones

Dividen, entre los reyes

De Tacuba y de Tescuco,

Que parte en la empresa tienen,

 

El botín y el señorío

Que su triunfo les ofrece,

Entrando á saco y á fuego

Cuanto á las manos les viene.

 

...

 

Con honda cólera Chalco

Sufre en silencio la muerte

Que le trajeron á un tiempo

Desventuras y reveses.

 

Al imperio de la fuerza

Hunde en el polvo la frente

Que tantos años erguida

Ciñó con verdes laureles.

 

Y el pueblo en masa, que nunca

Perdona cuando aborrece,

Jura vengar la victoria

De sus contrarios valientes.

 

Por eso do quierlos busca,

Les hace cuanto mal puede;

Por eso, cual tigre fiero,

Ni se alimenta ni duerme.

 

Y en la ciudad y en el campo,

Traidora, cobarde, aleve,

Hay siempre en la sombra envuelta,

Ya oculta mano que hiere.

 

Ya una cuadrilla que roba,

Ó entre las llamas envuelve

Palacios y cementeras,

Que en ceniza se convierten.

 

Chalco, en fin, avergonzada,

Sufrir el yugo no puede

Del indomable caudillo,

Del rey poderoso y fuerte,

 

Del batallador insigne

Que el azteca imperio extiende,

Guerreando, del Sur al Norte,

Y del Levante al Oeste,

 

Sin que haya visto contraria

Nunca á la voluble suerte

Que el enmascarado rostro

Hacia todos vientos vuelve,

 

Moteuczoma Ilhuicamina,

En fin, cuyas bravas huestes

Después de cruzar los montes

Por breñales y pendientes,

 

En las arenas del Golfo

Virtieron su sangre ardiente,

Domando á los huexolzingos,

Venciendo á los cotasteses.

 

 

[José Peón Contreras, Obras Poéticas, Ramón Lainé Editor, Veracruz, Mèxic, 1889]

 

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