La buena ventura

 

-Hermosita, hermosita,

la de las manos de plata,

más te quiere tu marido

que el Rey de las Alpujarras.

Eres paloma sin hiel;

pero a veces eres brava

como leona de Orán,

o como tigre de Ocaña.

Pero en un tras, en un tris,

el enojo se te pasa,

y quedas como alfiñique,

o como cordera mansa.

Riñes mucho y comes poco:

algo celosita andas;

que es juguetón el tiniente,

y quiere arrimar a la vara. 

Cuando doncella, te quiso

uno de una buena cara;

que mal hayan los terceros,

que los gustos desbaratan.

Si a dicha tú fueras monja,

hoy tu convento mandaras,

porque tienes de abadesa

más de cuatrocientas rayas.

No te lo quiero decir...;

pero poco importa; vaya:

enviudarás, y otra vez,

y otras dos, serás casada.

No llores, señora mía;

que no siempre las gitanas

decimos el Evangelio;

no llores, señora, acaba.

Como te mueras primero

que el señor tiniente, basta

para remediar el daño

de la viudez que amenaza.

Has de heredar, y muy presto,

hacienda en micha abundancia;

tendrás un hijo canónigo;

la iglesia no se señala.

De Toledo no es posible.

Una hija rubia y blanca 

tendrás, que si es religiosa,

también vendrá a ser perlada.

Si tu esposo no se muere

dentro de cuatro semanas,

verásle corregidor

de Burgos o Salamanca.

Un lunar tienes, ¡qué lindo!

¡Ay Jesús, qué luna clara!

¡Qué sol, que allá en los antípodas

escuros valles aclara!

Más de dos ciegos por verle

dieran más de cuatro blancas.

¡Agora sí es la risica!

¡Ay, que bien haya esa gracia!

Guárdate de las caídas,

principalmente de espaldas;

que suelen ser peligrosas.

en las principales damas.

Cosas hay más que decirte;

si para el viernes me aguardas,

las oirás, que son de gusto,

y algunas hay de desgracias.

                                               

[Miguel de Cervantes Saavedra, La gitanilla (Novelas ejemplares), Ediciones Cátedra, Madrid, 1989]

 

 

 

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