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  IX En verdad hablamos tantas lenguas confusas; como mugidos
  se oyen de selvas cortadas, Pasa la tierra errante y se rompe adentro de nosotros Y aprendemos a hablar de nuevo y temblamos con grandes
  alas inmóviles Y junto a nosotros sucede algo, un nido se agita dulcemente Y la mujer y el niño alzamos Como estatuillas pálidas entre manos suplicantes Y viene el torrente entre las cañas del jardín marchito, Sonríen los barqueros del eterno torrente, Sus dientes a través del rostro parecen reja clavada, sus lenguas
  corren alcanzando al Tigre. Los soldados atraviesan, dan brincos, se cuentan continuamente. (Nadie de ellos sabe cuál será el primero en entrar desmemoriado
  a la casa común). Los muertos van atravesando como si no les bastase precedernos. El topo pasa entre ellos y nosotros continúa
  pasando. Más ¿Qué importa? Los vivos aguardan su plenitud Y cada uno grande y solitario como un faro cegado sobre el
  mar inmenso.  [Humberto Díaz
  Casanueva , La estatua de sal, Ed
  Nascimiento,1944]           | entrada | Llibre del Tigre | sèrieAlfa | varia | Berliner Mauer
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