El infierno

Los hombres ya no viven: como enterradas serpientes

En el otoño, como lunas perezosas en invierno,

En el estío son águilas o tigres, soles sanguinarios

Que arden en el opaco mundo de las cosas,

Guerreros en vigilia como los astros

Para que en inmortales los convierta el cielo mentido.

Nobles o perversos, mas efímeros porque es su obra

Única arrancar un instante al infierno

La misma carne que los delata a los dioses,

Los amantes están solos en la tierra.

Feroces porque el que siempre da recibe injusticia,

Quieren ser como uñas o dientes en el otro,

Como la selva tras la tormenta de verano, quieren

Que nadie vea su debilidad, sino sufra violencia,

Ayuntados como hermosas bestias o en fuga como criminales

La luz los ciega: el hombre no tiene tiempo para reconocerse.

Se abrazan en su miseria hasta encontrar un cuerpo

Impenetrable donde sólo la muerte toca fondo:

Sus bocas están juntas, mas separadas siguen las almas.

 

[Jorge Gaytán Durán, Si mañana despierto, México 2010]

 

 

 

 

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