Pieles de Tigre

 

 

El abuelo cazaba tigres.

Mi padre vendía pieles de tigre.

 

Antes de ser vendidas

eran colgadas frente a la casa

e igual que ovejas preñadas

cruzaban el patio una a una.

 

Sus corderos se perdieron.

Detrás de la casa las pieles.

Los perales y duraznos se marchitaron

uno a uno.

 

En la pradera de mis sueños mi Padre

caminó entre la masa

vestido de piel de tigre.

Los gritos “Ahí viene un tigre” resonaban.

Las paredes de piedra del pueblo

se agrietaron.

Rodaron las piedras como cabras en combate.

La última fue mi madre, perseguida por el tigre al final de la madrera;

ahí murió y revivió.

 

Antes de ser vendidas esas pieles

fueron las pieles del cielo

de la tierra

el agua

las rocas.

Cuando se convirtieron en ventanas

esas pieles de tigre me definían.

Si era visto sería con

una escopeta al hombro.

 

Al decidirse la hechura de un tambor

sagrado con la piel de un tigre,

uno teme esa oquedad,

la extinción de plagas

en el bosque infinito.

 

Al hacer un arnés con piel de tigre para el buey

el único temor es que no haya más tierra para arar.

 

Al hacer un anuncio con piel de tigre

el único temor es que nadie lo observe.

 

Nunca he visto una piel de tigre, tampoco un tigre.

“Un hombre deja únicamente su nombre al morir;

Un tigre deja sólo su piel”

¿Por qué no ser tigre?

¿Por qué a los niños nos educan así?

Por lo que fuera, esas pieles de tigre

fueron vendidas por mi padre.

 

En año nuevo

agujas de pino cubrían el piso de la sala.

Las huellas de mi abuelo no pudieron encontrarse.

¿Murió otra vez en el cielo? Que todo sea una fantasía.

 

Frío llevé mi corazón para dejarlo

sobre esas agujas de pino apiladas

en el piso de la sala.

No sentí los pinchazos,

los tatuajes cubrían mi cuerpo.

Luego llegó la noche

La media noche de ese día.

 

Aku Wuwu

[Traducción de Diana Sofía Calderón y Alí Calderón]                                                 

 

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