Lamentaciones del amante perruno

Es verdad que le gusta mi hocico húmedo

y la puerilidad de mis patazas ansiosas.

Le hago gracia. Y entretanto me abraso en pasión muda.

 

Es ya una artista del olfato

y lamentablemente no puedo impresionarla por ahí.

 

En invierno rastreo embalajes abandonados

para su pobre estufa.

La duda entonces: ¿me ama por mí mismo?

 

Ella ama a un tigre

y detesta las orejas gachas.

No sé como consigo engañarme a mí mismo.

Ella ama a un tigre.

 

Me sitúo detrás de la persiana

para que el sol raye mi piel raída.

 

[Jorge Riechmann]

 

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