El escarabajo pensativo

Cubre de charcos 

El vasto himno de la costumbre 

Aunque lejos 

No evitaría que mi vejez acuda al alarde de la vida nueva 

Ha corrido el rumor que la vida sigue 

Que el pantalón de la pena lava su ofertorio

Que las palabras construyen no más que los desiertos

Y los páramos levantan

 Los altares y la idea cuando el escarabajo

Visita los escombros

Yo quiero en el viento de los zaguanes

Entregarle a la Historia un zapato cansado y agujereado

Del alma entumecido

Y zurcido entre remiendos de amores nunca creídos

Que digan madre tengo tunas y lluvia en los talones

Y unos ojos de polvareda en las paredes

Haber si le duele lo inalcanzable en un cielo arrodillado

Si ama a dentelladas

Lo que no se encuentra en la amada tierra

Haber si de borracha danza enloquecida

La costumbre de la luz

Y recoge la necesidad del poema y se alimenta

O destroza el foco de su cuarto

Y se embadurna de noche y telarañas

A tientas haber si le crece una luna en su lengua

Y la última mujer en los rincones

Yo vendría entonces a abrazarle y curarle de la vida

A recordarle el mundo

A enseñarle las manchas del tigre

Y decirle que por ella estoy comiendo este pancito

Devorando a falta de cielos

El corazón de mi unicornio

A patear y husmear las puertas de sus cuartos oscuros

Y cerrados

A sacarle de la sombra

Y rezarle para que no se vayan de las flores

Los vientos que mecen los cantares

Con Dios también

Con mi madre en su batán en medio de los mares

Que ya no cantan

No pues

Si la historia soñaría una sinrazón de alas en el agua

De la piedra humedecida el paso combatiente

Se detendría el hombre en el sinfín

No en el tiempo

Y este rostro que culpamos de la Historia

Sería el horror del rostro íntimo que somos

En las afueras de lo que un sentimiento y la hermosura

No soportan

No hay queja que sostenga una verdad

Ni alivio que desmienta un dolor

¿Acaso estos troncos de mis callos en la espuma

no han encallado sus naves para el ave?

He bebido de los licores la ansiedad de las estrellas

Y la amargura de la hermosura

¿A dónde vas me diría?

Oh Amada

Qué respondería al silencio

Si en su lejanía como en ti 

Ya lo han dicho todas las estrellas.

 

[Eduardo Nogales Guzmán (Oruro, Bolivia 1959-) en Antología de la Poesía Boliviana: Ordenar la Danza (Selección de Mónica Velásquez Guzmán, LOM Ediciones, Chile, 2004].

 

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