Cuando llegan visitantes, me escondo.
Conozco un mueble perfecto donde nadie me encuentra.
Con dificultad tolero a la mujer que duerme en mi casa,
la tolero porque me trae comida.
No me gustan las visitas.
En especial temo a los niños.
Ellos piensan que somos eternos los gatos
cuando apenas tenemos miserables siete vidas
y hasta seis o menos si hay niños en casa.
Algunos niños piensan que los gatos pueden montarse
como los caballos.
Otros niños creen de muy buena suerte
arrancarle pelos al bigote de un gato.
Los detesto.
También detesto a todos los adultos
y no me aguanto a los adultos zalameros
que me ven y me dicen gatico, gatico.
En esos momentos quisiera ser un tigre de Bengala.
Cuando llegan visitantes, me escondo.

 

[Darío Jaramillo Agudelo ( Santa Rosa de Osos, Colombia, 1947-) Gatos, Pre-Textos, 2005]

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