rojas
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[Gonzalo Rojas]

 

Aleph, aleph
Flexiones pero no genuflexiones
La eternidad
Leo en la nebulosa
Trotando a Blake
Turpial A-6B

La palabra placer
 

 

Leo en la nebulosa

 

Leo en la nebulosa mi suerte cuando pasan las estrellas veloces y oscurísimas.
Rueda: plazo: zarpazo. ¡Salud, oh tigre viejo
del sol! Esta botella ¿nos dirá la verdad
antes que el vino salga volando por el éter? O te quemas
o te dejas cortar. Salud hasta la muerte,
Dylan Thomas: la estrella del alcohol nos alumbre
para ver que apostamos, y perdimos.
No estaba Dios. Corrimos demasiado veloces con la antor-
cha quemada en nuestras manos
libérrimos y errantes por volar al origen. -Mi padre jugó sucio,
dijo Kafka el testigo.
Mortal, mortal error
meter a nadie en esto de nacer: somos hambre.
Pero el fuego está abajo con los muertos que crecen todavía.
Somos hambre. Oigo voces y escribo sobre el viento sin hojas de mi tabla
de salvación. Ahí dejo temblando este cuchillo.
No hay cielo sino sangre, y únicamente sangre de mujer
donde leen su estrella los desnudos.
Y otra cosa es la muerte que nos para de golpe. ¿Dónde estamos?
Sólo entonces el beso: ¡te palpo, Eternidad!
¡Te oigo en la madre oscura cuando empiezan llorando las raíces!

 

[Metamorfosis de lo mismo. Poesía completa. Visor, Madrid, 2003]

 

Δ

Trotando a Blake

 

Y si éste mi cuerpo corporal fuera la trepanación de Blake, ese caballo
riente bajo el sauce, el mordisco
de haberlo vivido todo hasta el hartazgo, el pellejo
libertino que también tuvo trato con los ángeles
en los muslos de las hermosas, durmió con ellas,
oyó arder sus pezones, exageró
la transgresión, besó en su culo el
culo de Nínive, de New York el culo, rió la risa
ronca, la áspera
de Nietzsche, ¡colorado
el tres!, lo tiró todo a la
fragancia de la suerte.

Lo gozoso y lo luctuoso tiró él por mí al Támesis
turbulento, erró
errante por errar, rey o
mendigo, o
grabador en tigre nupcial, o
infarto que anda andando por las arterias
disyuntivas, o
este metro setenta ya trizado en su vidrio que nos perdona
o no en la vejez de las semanas, éste y no otro
seso bajo el gorro frigio que hemos usado ambos en
loor de la locura de la calvicie
de la revolución francesa él, yo rusa, o al revés
idéntico de este sauce porque este sauce es al revés
del caballo parado ahí pastando en el potrero
del planeta, y es él el que se llama Gonzalo
si es que el cuerpo es de uno y esto dura, así
caigan los imperios, y sea la nariz
la que funde el fundamento y establezca el arbitrio,
los dos ojos a cada lado, de ver lejos
hasta ni él ni yo sabemos dónde.

Cuestión de velocidad, del XVIII al XX casi no hay madre que morir
ni galaxia resurrecta, se repite
la repetición, cómese,
bébese sangre, duérmese veinticinco
de las veinticuatro, estremécese mudo el Hado
de tanta y ninguna belleza, ¡para
la risa la belleza!, la
justicia, muérese
la mariposa que hubo, ¿qué fue entonces
de William veedor?, ¿estaba hueco
el aire?

 

[Metamorfosis de lo mismo. Poesía completa. Visor, Madrid, 2003]

Δ

Aleph, aleph

 

¿Qué veo en esta mesa: tigres, Borges, tijeras, mariposas
que no volaron nunca, huesos
que no movieron esta mano, venas
vacías, tabla insondable?

Ceguera veo, espectáculo
de locura veo, cosas que hablan solas
por hablar, por precipitarse
hacia la exigüidad de esta especie
de beso que las aproxima, tu cara veo.

 

[Metamorfosis de lo mismo. Poesía completa. Visor, Madrid, 2003]

Δ

Turpial A-6B

I

Doy mi vida por el último de tus cabellos,
hermosura ociosa,
                            doy además
estos fantasmas, diez o doce, de la Fortuna
que me va quedando en el torrente.

II

Me aparto
a lo divertido que es
ser: espejo
que no tiene reflejo.

Carta única que me juegas loco este azar.

III

Portento
es entonces la parte que tengo de ti:
                                                      fulgor
fragante, y el carácter de este retrato con lo rápido
que el hombre entra en la mujer, lo cruento,
lo mortal del aire,

IV

esa nariz
adivina que casi obra
como el fuego cuando corta el oxígeno
con sus alas, lúcida la certeza
de lo níveo y permanente, mirándote mirar
la maravilla, eso es:
                             la maravilla.

V

Porque todo es parte, y eres lo verde de la luz
cuando crece el peligro, desatada la música
de su instrumento, y es tan difícil,
todo es tan difícil, la tristeza,
el trópico, este mismo A-6B
en sus metros de vidrio, las precauciones
contra el Tigre de Bronce, las ilusiones
y las abluciones: el báratro,
mi Dios, ay, y el ruido.

VI

Pero también la sal hace lo suyo, sin
océano contra nadie, descalza por la casa,
intersticial, insomne, sin respeto a ninguno
de los durmientes de la diáspora, blanqueando-
10- todo-co n -el- fósfo ro-de-su - risa:
                                                             las tablas
de la navegación, la horca, la vejez,
calle de Liu Li-chang: marfil y polvo,
                                                        ¡ábaco!

VII

Si hablara esta silla, lo que diría
esta silla de trescientos años, o esta cama
de Pekín, estos cráneos de palo ronco, si
por ejemplo estas piedras

o el Molusco ese gigante
lentísimo en su vuelo de cuatrocientos
millones de exilio, que anduvo
Patagonia nupcial arriba gritando
por las cordilleras mi nombre hasta llegar
a dormir ahí desde el origen
de las aguas.

VIII

¿Qué diría si lo dijera?
                                  ¿que Dios
es la Valva Madre, que esto de vivir
y morir es oleaje
ciego contra los arrecifes
de ninguna costa:
                           ¿que por lo mismo
todo es todo de repente?

[Metamorfosis de lo mismo. Poesía completa. Visor, Madrid, 2003]

Δ

La eternidad

Sin tener qué decir, pero profundamente
destrozado, mi espíritu vacío ,.
llora su desventura
de ser un soplo negro para las rosas blancas,
de ser un agujero por donde se destruye
la risa del amor, cuyos dos labios
son la mujer y el hombre.

Me duele verlos fuertes y felices
jurarse un paraíso en el pantano
de la noche terrestre,
extasiados de olerse y acecharse
tigremente en lo inmóvil:
-Piedad, estrellas,
por los párpados de éstos que no alcanzan a ver
el extrasol del Otro Juego, piedad por el cuándo
y el dónde de estos mortales, por la piel de esta espuma
aciaga, piedad, ley de los remolinos.
                                                                       1943

 

[Metamorfosis de lo mismo. Poesía completa. Visor, Madrid, 2003]

Δ

Flexiones pero no genuflexiones

10 a 12 flexiones en la barra de afuera
del jardín al amanecer, las rosas
ríen: -Vétero
áspero.
                             Discrepo: ni tan
vétero ni tan áspero. La objeción
es pura liviandad de pétalos pintarrajeados listos
para la Arruga, putidoncellas, y además ¡fuera
de aquí!, yo
no soy hecho de pétalos,
                                              soy
de cuarzo y persevero, me estiro
como tigre.
 

[Metamorfosis de lo mismo. Poesía completa. Visor, Madrid, 2003 ]

Δ

  La palabra placer

La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo
            la palabra placer
cayendo del destello de tu nuca, fluyendo
blanquísima por lo vertiginoso oloroso de
tu espalda hasta lo nupcial de unas caderas
de cuyo arco pende el Mundo, cómo lo
músico vino a ser marmóreo en la
esplendidez de tus piernas si antes hubo
dos piernas amorosas así considerando
claro el encantamiento de los tobillos que son
goznes que son aire que son
partícipes de los pies de Isadora
Duncan la que bailó en la playa
abierta para Serguei
Iesénin, cómo
eras eso y más para mí, la
danza, la contradanza, el gozo
de olerte ahí tendida recostada en tu ámbar contra
el espejo súbito de la Especie cuando te vi
de golpe, ¡con lo lascivo
de mis dedos te vi! la
arruga errónea, por decirlo, trizada en
lo simultáneo de la serpiente palpándote
áspera del otro lado otra
pero tú misma en
la inmediatez de la sábana, anfibia
ahora, vieja
vejez de los párpados abajo, pescado
sin océano ni
nada que nadar, contradicción
siamesa de la figura
de las hermosas desde el
paraíso, sin
nariz entonces rectilínea ni pétalo
por rostro, pordioseros los pezones, más
y más pedregosas las rodillas, las costillas:
                                - ¿Y el parto, Amor, el
tisú epitelial del parto?

De él somos, del
mísero dos partido
en dos somos, del
báratro, corrupción
y lozanía y
clítoris y éxtasis, ángeles
y muslos convulsos: todavía
anda suelto todo, ¿qué
nos iban a enfriar por eso los tigres
desbocados de anoche? Placer
y más placer. Olfato, lo
primero el olfato de la hermosura, alta
y esbelta rosa de sangre a cuya vertiente vine, no
importa el aceite de la locura:
- Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma

Δ

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