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[Octavio Paz]

 

 

Cuerpo a la vista
[Corpo à vista]

 

La casa de la mirada

[Demeure du regard]

 

Mar por la tarde

Piedra de Sol
[Pierre de soleil]

Piedra de toque

Por los caminos de Mysore

 

 
     
 

Cuerpo a la vista

 

Y las sombras se abrieron otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,

tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.

 

Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minutos después
son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como las espalda del río a la luz del incendio.

 

Aguas dormidas golpean día y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca
y un largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.

 

Las uñas de los dedos de tus pies
están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca de horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra,
de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)
 

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.  

 

 

Δ

 

 

[Corpo à vista]

 

E as sombras se abriram outra vez

e mostraram um corpo:
teu cabelo, outono espesso, queda de água solar,
tua boca e a branca disciplina

dos dentes canibais,

prisioneiros em chamas,
tua pele de pão apenas dourado
e teus olhos de açúcar queimado,
lugares onde o tempo não transcorre,
vales que só os meus lábios conhecem,
desfiladeiro da lua que ascende

a tua garganta por entre os seios,
cascata petrificada na nuca,
alta planície de teu ventre,
praia sem fim das tuas costas.


Teus olhos são os olhos fixos do tigre
e um minuto depois

são os olhos úmidos do cão.
Sempre há abelhas em teus cabelos.
Tua espádua flui tranqüila debaixo de meus olhos
como a espádua do rio à luz do incêndio.


Águas adormecidas golpeiam dia e noite

a tua cintura de argila
e em tuas costas,

imensas como os areais da lua,
o vento sopra por minha boca

e seu largo queixume cobre com duas asas cinzas
a noite dos corpos.


As unhas de teus pés estão feitas de cristais de verão.

 

(...)


Pátria de sangue
única terra que conheço e me conhece
única pátria em que creio
única porta ao infinito.

 

 

Δ

 

 

La casa de la mirada

 

A Matta

 

    Caminas adentro de ti mismo y el tenue reflejo serpeante que te conduce no es la última mirada de tus ojos al cerrarse ni es el sol tímido golpeando tus párpados: es un arroyo secreto, no de agua sino de latidos: llamadas, respuestas, llamadas, hilo de claridades entre las altas yerbas y las bestias agazapadas de la conciencia a obscuras.

    Sigues el rumor de tu sangre por el país desconocido que inventan tus ojos y subes por una escalera de vidrio y agua hasta una terraza.
    Hecha de la misma materia impalpable de los ecos y los tintineos, la terraza, suspendida en el aire, es un cuadrilátero de luz, un ring magnético que se enrolla en sí mismo, se levanta, anda y se planta en el circo del ojo, géiser lunar, tallo de vapor, follaje de chispas, gran árbol que se enciende y apaga y enciende: estás en el interior de los reflejos, estás en la casa de la mirada, has cerrado los ojos y entras y sales de ti mismo a ti mismo por un puente de latidos:

                                                                 EL CORAZÓN ES UN OJO.

    Estás en la casa de la mirada, los espejos han escondido todos sus espectros, no hay nadie ni hay nada que ver, las cosas han abandonado sus cuerpos, no son cosas, no son ideas: son disparos verdes, rojos, amarillos, azules, enjambres que giran y giran, espirales de legiones desencarnadas, torbellino de las formas que todavía no alcanzan su forma, tu mirada es la hélice que impulsa y revuelve las muchedumbres incorpóreas, tu mirada es la idea fija que taladra el tiempo, la estatua inmóvil en la plaza del insomnio, tu mirada teje y desteje los hilos de la trama del espacio, tu mirada frota una idea contra otra y enciende una lámpara en la iglesia de tu cráneo, pasaje de la enunciación a la anunciación, de la concepción a la asunción, el ojo es una mano, la mano tiene cinco ojos, la mirada tiene dos manos, estamos en la casa de la mirada y no hay nada que ver, hay que poblar otra vez la casa del ojo, hay que poblar el mundo con ojos, hay que ser fieles a la vista, hay que

                                                                                CREAR PARA VER.

    La idea fija taladra cada minuto, el pensamiento teje y desteje la trama, vas y vienes entre el infinito de afuera y tu propio infinito, eres un hilo de la trama y un latido del minuto, el ojo que taladra y el ojo tejedor, al entrar en ti mismo no sales del mundo, hay ríos y volcanes en tu cuerpo, planetas y hormigas,  en tu sangre navegan imperios, turbinas, bibliotecas, jardines, también hay animales, plantas, seres de otros mundos, las galaxias circulan en tus neuronas, al entrar en ti mismo entras en este mundo y en los otros mundos, entras en lo que vio el astrónomo en su telescopio, el matemático en sus ecuaciones: el desorden y la simetría, el accidente y las rimas, las duplicaciones y las mutaciones, el mal de San Vito del átomo y sus partículas, las células reincidentes, las inscripciones estelares.

    Afuera es adentro, caminamos por donde nunca hemos estado, el lugar del encuentro entre esto y aquello está aquí mismo y ahora, somos la intersección, la X, el aspa maravillosa que nos multiplica y nos interroga, el aspa que al girar dibuja el cero, ideograma del mundo y de cada uno de nosotros.
    Como el cuerpo astral de Bruno y Cornelio Agripa, como las grandes transparentes de André Breton, vehículos de materia sutil, cables entre éste y aquel lado, los hombres somos la bisagra entre el aquí el allá, el signo doble y uno,
V y Λ,    pirámides superpuestas unidas en un ángulo para formar la X de la Cruz, cielo y tierra, aire y agua, llanura y monte, lago y volcán, hombre y mujer, el mapa del cielo se  refleja en el espejo de la música, donde el ojo se anula nacen mundos:


    LA PINTURA TIENE UN PIE EN LA ARQUITECTURA Y OTRO EN EL SUEÑO.

    La tierra es un hombre, dijiste, pero el hombre no es la tierra, el hombre no es este mundo ni los otros mundos que hay en este mundo y en los otros, el hombre es la boca que empaña el espejo de las semejanzas y dice sí, el equilibrista vendado que baila sobre la cuerda floja de una sonrisa, el espejo universal que refleja otro mundo al repetir a éste, el que transfigura lo que copia, el hombre no es el que es, célula o dios, sino el que está siempre más allá.
    Nuestras pasiones no son los ayuntamientos de las substancias ciegas pero los combate y los abrazos de los elementos riman con nuestros deseos y apetitos, pintar es buscar la rima secreta, dibujar al eco, pintar el eslabón:
    El Vértigo de Eros es el vahído de la rosa al mecerse sobre el osario, la aparición de la aleta del pez al caer la noche en el mar es el centelleo de la idea, tú has pintado al amor tras una cortina de agua llameante
    PARA CUBRIR LA TIERRA CON UN NUEVO ROCÍO.

    En el espejo de la música las constelaciones se miran antes de disiparse, el espejo se abisma en sí mismo anegado de claridad hasta anularse en un reflejo, los espacios fluyen y se despeñan bajo la mirada del tiempo petrificado, las presencias son llamas, las llamas son tigres, los tigres se han vuelto olas, cascada de transfiguraciones, cascada de repeticiones, trampas del tiempo:
    hay que darle su ración de lumbre a la naturaleza hambrienta,
    hay que agitar la sonaja de las rimas para engañar al tiempo y despertar al alma,
    hay que plantar ojos en la plaza, hay que regar los parques con risa solar y lunar,
    hay que aprender la tonada de Adán, el solo de la flauta del fémur,
    hay que construir sobre este espacio inestable la casa de la mirada,
    la casa de aire y de agua donde la música duerme, el fuego vela y pinta el poeta.

 

 

Δ

 

 

Demeure du regard

 

Á Matta

 

Tu vas au-dedans de toi-même et l’infime reflet qui serpente et te conduit n’est pas le dernier regard jeté par tes yeux en se fermant ni le soleil timide taquinant tes paupières :
c’est un ruisseau secret, il n’est pas fait d’eau mais de pulsations : appels, réponses, appels, filet de clartés entre les hautes herbes et les bêtes tapies dans la conscience à l’aveuglette.
Tu suis la rumeur de ton sang dans cette contrée inconnue inventée par tes yeux et tu gravis un escalier de verre et d’eau qui te conduit sur une terrasse.
Faite de la matière impalpable des échos et des bourdonnements, la terrasse, suspendue en l’air, est un quadrilatère de lumière, un ring magnétique qui se love, s’élève, s’envole et se plante dans le cirque de l’oeil, geyser lunaire, tige de vapeur, feuillage d’étincelles, grand arbre qui s’allume, s’éteint, se rallume : tu es à l’intérieur des reflets, dans la demeure du regard, tu as fermé les yeux et tu vas de toi-même à toi-même, tu entres et tu sors par un pont de pulsations :

                                                                                 LE COEUR EST UN ŒIL.

Tu es dans la demeure du regard, les miroirs ont caché tous leurs spectres, il n’y a personne, il n’y a rien à voir, les choses ont quitté leur corps, ce ne sont plus des choses ni des idées, mais des tirs qui fusent, verts, jaunes, rouges, bleus, essaims qui tournoient et tournoient, spirales de légions désincarnées, tourbillon des formes qui n’ont pas encore trouvé leur forme, ton regard est l’hélice qui propulse et brasse les multitudes incorporelles, ton regard est l’idée fixe qui taraude le temps, la statue rivée sur la place de l’insomnie, ton regard tisse et défisse les fils de la trame de l’espace, ton regard frotte une idée contre l’autre et allume une lampe dans le temple de ton crâne, passage de l’énonciation à l’annonciation, de la conception à l’assomption, l’oeil est une main, la main un oeil multiple, le regard a deux mains, nous sommes dans la demeure du regard et il n’y a rien à voir, il faut repeupler la maison de l’oeil, il faut que l’oeil peuple le monde, il nous faut être fidèles à la vue, il faut

                                                                       CRÉER POUR VOIR.

L’idée fixe taraude chaque minute, la pensée tisse et détisse la trame, va-et-vient entre l’infini du dehors et ton propre infini, tu es un fil de la trame et une pulsation de la minute, l’oeil qui taraude et l’oeil tisserand, quand tu rentres en toi-même tu ne quines pas le monde, fleuves et volcans peuplent ton corps, fourmis et planètes, dans ton sang voguent des empires, il y a des turbines, des bibliothèques, des jardins, il y a les animaux, des plantes, des créatures d’autres mondes, les galaxies gravitent dans tes neurones, quand tu rentres en toi-même tu entres dans ce monde et dans tous les autres, tu vois ce que l’astronome a vu dans son télescope, le mathématicien dans ses équations : le désordre et la symétrie, l’accident et la rime, la duplication et la mutation,
la danse de Saint-Guy de l’atome et de ses particules, les cellules récidivistes, les inscriptions stellaires.

L’extérieur est l’intérieur, nous pénétrons où nous ne sommes jamais allés, le point de fusion entre ceci et cela est ici même et maintenant, nous sommes l’intersection, l’X, la fabuleuse croix de saint André qui nous multiplie et nous interroge, la croix qui en tournant dessine le zéro, idéogramme du monde et de tout un chacun.
Comme le corps astral de Bruno et de Cornelius Agrippa, comme les grands transparents de Breton, véhicules de matière subtile, câbles tendus de ce côté à l’autre, nous sommes. la charnière entre çà et là, le signe double et singulier, V et Λ, pyramides superposées, unies dans un angle pour former l’X de la Croix, terre et ciel, air et vague, plaine et mont, lac et lave, homme et femme, la carte du ciel transparaît dans le miroir de la musique,où l’oeil s’abolit surgissent des mondes :

LA PEINTURE A UN PIED DANS L’ARCHITECTURE ET UN AUTRE DANS LE SONGE.

La terre est un homme, as-tu dit, mais l’homme n’est pas la terre, l’homme n’est pas ce monde ni les autres mondes qu’il y a sur terre et ailleurs, l’homme est cet instant où la terre doute d’elle-même, où le monde n’est plus sûr de lui, l’homme est la bouche qui embue le miroir des similitudes et des analogies, l’animal qui sait dire non et invente ainsi d’autres affinités et dit oui, le funambule aux yeux bandés qui danse sur la corde légère d’un sourire, le miroir universel qui réfléchit l’autre monde en restituant celui-ci, le miroir qui transfigure ce qu’il dédouble, l’homme n’est pas ce qu’il est, cellule ou petit dieu, mais celui qui est toujours au-delà.
Nos passions ne sont pas l’accouplement des substances aveugles, mais la lutte et l’étreinte des éléments riment avec nos désirs et nos faims, peindre c’est chercher la rime secrète, esquisser l’écho, dessiner le chaînon: Le vertige d’Éros est la vapeur de la rose bercée sur l’ossuaire, l’apparition de la nageoire sur la mer à la nuit tombante est le scintillement de l’idée, tu as peint l’amour derrière un rideau d’ondes flamboyantes

POUR COUVRIR LA TERRE D’UNE ROSÉE NOUVELLE.

Dans le miroir de la musique, les constellations se contemplent avant de se dissiper, le miroir s’abîme en lui-même, noyé dans la clarté, jusqu’à disparaître dans un reflet, les espaces glissent et se précipitent sous le regard du temps pétrifié, les présences sont des flammes, les flammes sont des tigres et les tigres des vagues, cascade de transfigurations et de répétitions, pièges et trappes du temps : il faut donner à la nature affamée sa ration de flammes, il faut agiter le grelot des rimes pour tromper le temps et réveiller l’âme, il faut planter des yeux sur la place, arroser les parcs d’un rire solaire et lunaire, il faut apprendre le refrain d’Adam, le solo de la flûte-fémur, il faut bâtir sur cet espace instable la demeure du regard, la demeure d’air et d’eau où la musique dort, où le feu veille, où peint le poète.

 

 

Δ

 

 

Mar por la tarde

 

ALTOS muros del agua, torres altas,
aguas de pronto negras contra nada,
impenetrables, verdes, grises aguas,


Aguas como el principio de las aguas,
como el principio mismo antes del agua,
las aguas inundadas por el agua,
aniquilando lo que finge el agua.

El resonante tigre de las aguas,
las uñas resonantes de cien tigres,
las cien manos del agua, los cien tigres
con una sola mano contra nada.

Desnudo mar, sediento mar de mares,
hondo de estrellas si de espumas alto,
prófugo blanco de prisión marina
que en estelares límites revienta,

¿qué memorias, deseos prisioneros,
encienden en tu piel sus verdes llamas?
En ti te precipitas, te levantas
contra ti y de ti mismo nunca escapas.

Tiempo que se congela o se despeña,
tiempo que es mar y mar que es lunar témpano,
madre furiosa, inmensa res hendida
y tiempo que se come las entrañas.

[Libertad bajo palabra]

 

 

Δ

 

 

Piedra de sol

 

La treizième revient...c’est encor la première;
et c’est toujours la seule-ou c’est le seul moment;
car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?
es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant?


Gérard de Nerval, Arthèmis

 

un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
                      un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,
como el viento cantando en el incendio,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrado por un ágata,
piernas de luz, vientre de luz, bahías,
roca solar, cuerpo color de nube,
color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo,
el mundo ya es visible por tu cuerpo,
es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos,
fluyo entre las presencias resonantes,
voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro,
oh bosque de pilares encantados,
bajo los arcos de la luz penetro
los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mis ojos con tu boca de agua,
sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos lo veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo en el instante, caigo al fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,
busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle:
la hora maduraba sus racimos
y al abrirse salían las muchachas
de su entraña rosada y se esparcían
por los patios de piedra del colegio,
alta como el otoño caminaba
envuelta por la luz bajo la arcada
y el espacio al ceñirla la vestía
de un piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado
por los alrededores de la noche,
entrevista muchacha reclinada
en los balcones verdes de la lluvia,
adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Perséfona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
te pareces al árbol y a la nube,
eres todos los pájaros y un astro,
te pareces al filo de la espada
y a la copa de sangre del verdugo,
yedra que avanza, envuelve y desarraiga
al alma y la divide de sí misma,
escritura de fuego sobre el jade,
grieta en la roca, reina de serpientes,
columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas,
grano de anís, espina diminuta
y mortal que da penas inmortales,
pastora de los valles submarinos
y guardiana del valle de los muertos,
liana que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera, planta venenosa,
flor de resurrección, uva de vida,
señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida,
ramo de rosas para el fusilado,
nieve en agosto, luna del patíbulo,
escritura del mar sobre el basalto,
escritura del viento en el desierto,
testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,
adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante
rescatado esta noche, contra un sueño
de ayuntadas imágenes soñado,
duramente esculpido contra el sueño,
arrancado a la nada de esta noche,
a pulso levantado letra a letra,
mientras afuera el tiempo se desboca
y golpea las puertas de mi alma
el mundo con su horario carnicero,

sólo un instante mientras las ciudades,
los nombres, lo sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega,
mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos
se nublan y los días y los años
sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico
y no hay nada detrás de sus imágenes
el instante se abisma y sobrenada
rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado por la algarabía
de la muerte vivaz y enmascarada
el instante se abisma y se penetra,
como un puño se cierra, como un fruto
que madura hacia dentro de sí mismo
y a sí mismo se bebe y se derrama
el instante translúcido se cierra
y madura hacia dentro, echa raíces,
crece dentro de mí, me ocupa todo,
me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son su pájaros,
su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo,

oh vida por vivir y ya vivida,
tiempo que vuelve en una marejada
y se retira sin volver el rostro,
lo que pasó no fue pero está siendo
y silenciosamente desemboca
en otro instante que se desvanece:

frente a la tarde de salitre y piedra
armada de navajas invisibles
una roja escritura indescifrable
escribes en mi piel y esas heridas
como un traje de llamas me recubren,
ardo sin consumirme, busco el agua
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y tus pechos, tu vientre, tus caderas
son de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo de espejos que repiten
los ojos del sediento, pasadizo
que vuelve siempre al punto de partida,
y tú me llevas ciego de la mano
por esas galerías obstinadas
hacia el centro del círculo y te yergues
como un fulgor que se congela en hacha,
como luz que desuella, fascinante
como el cadalso para el condenado,
flexible como el látigo y esbelta
como un arma gemela de la luna,
y tus palabras afiladas cavan
mi pecho y me despueblan y vacían,
uno a uno me arrancas los recuerdos,
he olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen entre los cerdos o se pudren
comidos por el sol en un barranco,

no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad:
                yo vi tu atroz escama,
Melusina, brillar verdosa al alba,
dormías enroscada entre las sábanas
y al despertar gritaste como un pájaro
y caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada quedó de ti sino tu grito,
y al cabo de los siglos me descubro
con tos y mala vista, barajando
viejas fotos:
                no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoyo los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años,

miradas enterradas en un pozo,
miradas que nos ven desde el principio,
mirada niña de la madre vieja
que ve en el hijo grande un padre joven,
mirada madre de la niña sola
que ve en el padre grande un hijo niño,
miradas que nos miran desde el fondo
de la vida y son trampas de la muerte
—¿o es al revés: caer en esos ojos
es volver a la vida verdadera?,

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
—esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo:
                            ¿hacía planes
para el verano —y todos los veranos—
en Christopher Street, hace diez años,
con Filis que tenía dos hoyuelos
donde bebían luz los gorriones?,
¿por la Reforma Carmen me decía
"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",
o se lo dijo a otro que he perdido
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
¿caminé por la noche de Oaxaca,
inmensa y verdinegra como un árbol,
hablando solo como el viento loco
y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—
no me reconocieron los espejos?,
¿desde el hotel Vernet vimos al alba
bailar con los castaños — "ya es muy tarde"
decías al peinarte y yo veía
manchas en la pared, sin decir nada?,
¿subimos juntos a la torre, vimos
caer la tarde desde el arrecife?
¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos
gardenias en Perote?,
                                nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total...
                    cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique,
cuartos y calles, nombres como heridas,
el cuarto con ventanas a otros cuartos
con el mismo papel descolorido
donde un hombre en camisa lee el periódico
o plancha una mujer; el cuarto claro
que visitan las ramas de un durazno;
el otro cuarto: afuera siempre llueve
y hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos que son navíos que se mecen
en un golfo de luz; o submarinos:
el silencio se esparce en olas verdes,
todo lo que tocamos fosforece;
mausoleos de lujo, ya roídos
los retratos, raídos los tapetes;
trampas, celdas, cavernas encantadas,
pajareras y cuartos numerados,
todos se transfiguran, todos vuelan,
cada moldura es nube, cada puerta
da al mar, al campo, al aire, cada mesa
es un festín; cerrados como conchas
el tiempo inútilmente los asedia,
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre la mano, coge esta riqueza,
corta los frutos, come de la vida,
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,

todo se transfigura y es sagrado,
es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,
el mundo nace cuando dos se besan,
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde cede las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres,
al hombre de sí mismo,
                                se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;

amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
                                el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
"déjame ser tu puta", son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después;
                                mejor el crimen,
los amantes suicidas, el incesto
de los hermanos como dos espejos
enamorados de su semejanza,
mejor comer el pan envenenado,
el adulterio en lechos de ceniza,
los amores feroces, el delirio,
su yedra ponzoñosa, el sodomita
que lleva por clavel en la solapa
un gargajo, mejor ser lapidado
en las plazas que dar vuelta a la noria
que exprime la substancia de la vida,
cambia la eternidad en horas huecas,
los minutos en cárceles, el tiempo
en monedas de cobre y mierda abstracta;

mejor la castidad, flor invisible
que se mece en los tallos del silencio,
el difícil diamante de los santos
que filtra los deseos, sacia al tiempo,
nupcias de la quietud y el movimiento,
canta la soledad en su corola,
pétalo de cristal en cada hora,
el mundo se despoja de sus máscaras
y en su centro, vibrante transparencia,
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge de sí mismo, sol de soles,
plenitud de presencias y de nombres;

sigo mi desvarío, cuartos, calles,
camino a tientas por los corredores
del tiempo y subo y bajo sus peldaños
y sus paredes palpo y no me muevo,
vuelvo donde empecé, busco tu rostro,
camino por las calles de mí mismo
bajo un sol sin edad, y tú a mi lado
caminas como un árbol, como un río
caminas y me hablas como un río,
creces como una espiga entre mis manos,
lates como una ardilla entre mis manos,
vuelas como mil pájaros, tu risa
me ha cubierto de espumas, tu cabeza
es un astro pequeño entre mis manos,
el mundo reverdece si sonríes
comiendo una naranja,
                                el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre las yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso,

no pasa nada, callas, parpadeas
(silencio: cruzó un ángel este instante
grande como la vida de cien soles),
¿no pasa nada, sólo un parpadeo?
—y el festín, el destierro, el primer crimen,
la quijada del asno, el ruido opaco
y la mirada incrédula del muerto
al caer en el llano ceniciento,
Agamenón y su mugido inmenso
y el repetido grito de Casandra
más fuerte que los gritos de las olas,
Sócrates en cadenas" (el sol nace,
morir es despertar: "Critón, un gallo
a Esculapio, ya sano de la vida"),
el chacal que diserta entre las ruinas
de Nínive, la sombra que vio Bruto
antes de la batalla, Moctezuma
en el lecho de espinas de su insomnio,
el viaje en la carretera hacia la muerte
—el viaje interminable mas contado
por Robespierre minuto tras minuto,
la mandíbula rota entre las manos—,
Churruca en su barrica como un trono
escarlata, los pasos ya contados
de Lincoln al salir hacia el teatro,
el estertor de Trotsky y sus quejidos
de jabalí, Madero y su mirada
que nadie contestó: ¿por qué me matan?,
los carajos, los ayes, los silencios
del criminal, el santo, el pobre diablo,
cementerio de frases y de anécdotas
que los perros retóricos escarban,
el delirio, el relincho, el ruido obscuro
que hacemos al morir y ese jadeo
que la vida que nace y el sonido
de huesos machacándose la riña
y la boca de espuma del profeta
y su grito y el grito del verdugo
y el grito de la víctima...
                                    son llamas
los ojos y son llamas lo que miran,
llama la oreja y el sonido llama,
brasa los labios y tizón la lengua,
el tacto y lo que toca, el pensamiento
y lo pensado, llama el que lo piensa,
todo se quema, el universo es llama,
arde la misma nada que no es nada
sino un pensar en llamas, al fin humo:
no hay verdugo ni víctima...
                                        ¿y el grito
en la tarde del viernes?, y el silencio
que se cubre de signos, el silencio
que dice sin decir, ¿no dice nada?,
¿no son nada los gritos de los hombres?,
¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?

—no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los muerto están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad, desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte ya es la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige sus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra,

—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuando somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,

Eloísa, Perséfona, María,
muestra tu rostro al fin para que vea
mi cara verdadera, la del otro,
mi cara de nosotros siempre todos,
cara de árbol y de panadero,
de chófer y de nube y de marino,
cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,
cara de solitario colectivo,
despiértame, ya nazco:
                                vida y muerte
pactan en ti, señora de la noche,
torre de claridad, reina del alba,
virgen lunar, madre del agua madre,
cuerpo del mundo, casa de la muerte,
caigo sin fin desde mi nacimiento,
caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,
recógeme en tus ojos, junta el polvo
disperso y reconcilia mis cenizas,
ata mis huesos divididos, sopla
sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,
tu silencio dé paz al pensamiento
contra sí mismo airado;
                                abre la mano,
señora de semillas que son días,
el día es inmortal, asciende, crece,
acaba de nacer y nunca acaba,
cada día es nacer, un nacimiento
es cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos todos, amanece
el sol cara de sol, Juan amanece
con su cara de Juan cara de todos,

puerta del ser, despiértame, amanece,
déjame ver el rostro de este día,
déjame ver el rostro de esta noche,
todo se comunica y transfigura,
arco de sangre, puente de latidos,
llévame al otro lado de esta noche,
adonde yo soy tú somos nosotros,
al reino de pronombres enlazados,

puerta del ser: abre tu ser, despierta,
aprende a ser también, labra tu cara,
trabaja tus facciones, ten un rostro
para mirar mi rostro y que te mire,
para mirar la vida hasta la muerte,
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial que disuelve nuestros rostros
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible presencia de presencias...

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:
se despeñó el instante en otro y otro,
dormí sueños de piedra que no sueña
y al cabo de los años como piedras
oí cantar mi sangre encarcelada,
con un rumor de luz el mar cantaba,
una a una cedían las murallas,
todas las puertas se desmoronaban
y el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba mis párpados cerrados,
desprendía mi ser de su envoltura,
me arrancaba de mí, me separaba
de mi bruto dormir siglos de piedra
y su magia de espejos revivía
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:

 

México, 1957

 

[La estación violenta]

 

 

Δ

 

 

Pierre de soleil

 

La treizième revient...c’est encor la première;
et c’est toujours la seule-ou c’est le seul moment;
car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?
es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant?


Gérard de Nerval, Arthèmis

 

un saule de cristal, un peuplier d'eau sombre,
un haut jet d'eau que le vent arque,
un arbre bien planté mais dansant,
un cheminement de rivière qui s'incurve,
avance, recule, fait un détour
et arrive toujours :
un cheminement calme
d'étoile ou de printemps sans hâte,
une eau aux paupières fermées
qui jaillit toute la nuit en prophéties,
unanime présence en houle,
vague après vague jusqu'à tout recouvrir,
verte souveraineté sans crépuscule
comme l'éblouissement des ailes

quand elles s'ouvrent dans le milieu du ciel,

un cheminement entre les épaisseurs
des jours futurs et du funeste
éclat du malheur comme un oiseau
pétrifiant la forêt par son chant
et les félicités imminentes
entre les branches qui s'évanouissent,
heures de lumière que grignotent déjà les oiseaux,
présages qui s'échappent de la main,

une présence comme un chant soudain,
comme le vent chantant dans l'incendie,
un regard qui retient en suspend
le monde avec ses mers et ses montagnes,
corps de lumière filtré par une agate,
jambes de lumière, ventre de lumière, baies,
roche solaire, corps couleur de nuage,
couleur du jour rapide qui bondit,
l'heure scintille et prend corps,
le monde, oui, il est visible par ton corps,
il est transparent grâce à ta transparence,

je vais entre des galeries de sons,
je flue entre les présences résonnantes,
je vais à travers les transparences comme un aveugle,
un reflet m'efface, je nais dans un autre,
ô forêt de piliers enchantés,

sous les arcs de la lumière je pénètre
les couloirs d'un automne diaphane,

je vais à travers ton corps comme par le monde,
ton ventre est une place ensoleillée,
tes seins sont deux églises où l'on célèbre
le sang et ses mystères parallèles,
mes regards te couvrent comme du lierre,
tu es une ville que la mer assiège,
une muraille que la lumière divise
en deux moitiés de couleur pêche,
un lieu de sel, de roches et d'oiseaux
sous la loi du midi ébahi,

vêtue par la couleur de mes désirs
comme ma pensée tu vas nue,

je vais à travers tes yeux comme par l'eau,
les tigres boivent le rêve de ces yeux,
le colibri se brûle dans ces flammes,
je vais à travers ton front comme par la lune,
comme le nuage à travers ta pensée,
je vais à travers ton ventre comme par tes rêves,

ta jupe de maïs ondule et chante,
ta jupe de cristal, ta jupe d'eau,
tes lèvres, tes cheveux, tes yeux,
toute la nuit tu es pluie, tout le jour
tu ouvres ma poitrine avec tes doigts d'eau,
tu fermes mes yeux avec ta bouche d'eau,
sur mes os tu es pluie, dans ma poitrine
un arbre liquide creuse des racines d'eau,

je vais à travers tes formes comme par un fleuve,
je vais à travers ton corps comme par une forêt,
comme par un sentier dans la montagne
qui se termine en un abîme abrupt
je vais à travers tes pensées effilées
et à la sortie de ton front blanc
mon ombre précipitée se brise,

je recueille mes fragments un à un
et je poursuis sans corps, je cherche à tâtons,

couloirs sans fin de la mémoire,
portes ouvertes vers un salon vide
où pourrissent tous les étés,
les bijoux de la soif brillent tout au fond,
visage évanoui dès que je me le remémore,
main qui s'effrite si je la touche,
cheveux d'araignées en tulmute
sur des sourires d'il y a tant d'années,

à la sortie de mon front je cherche,
je cherche sans trouver, je cherche un instant,
un visage d'éclair et d'orage
courant entre les arbres nocturnes,
visage de pluie dans un jardin d'obscurités,
eau tenace qui flue à mon côté,

je cherche sans trouver, j'écris en tête à tête
il n'y a personne, tombe le jour, tombe l'année,
je tombe dans l'instant, je tombe au fond,
invisible chemin sur des miroirs
qui répètent mon image brisée,
je marche depuis des jours, instants cheminés,
je marche sur les pensées de mon ombre,
je marche sur mon ombre en quête d'un instant,

je cherche une date vive comme l'oiseau,
je cherche le soleil dès cinq heures du soir
tempéré par les murs de brique rouge :
l'heure mûrissait ses grappes
quand elle s'ouvrait sortaient les jeunes filles
de son entraille rosée et elles s'éparpillaient
parmi les cours dallées du collège,
haute comme l'automne elle cheminait
enveloppée par la lumière sous l'arcade
et l'espace en l'entourant l'habillait
d'une peau plus dorée et transparente,


tigre couleur de lumière, cerf brun

dans les environs de la nuit,
j'ai entrevu une jeune fille penchée
sur les balcons verts de la pluie,
adolescent visage innombrable,
j'ai oublié ton nom, Mélusine,
Laure, Isabelle, Perséphone, Marie,
tu as tous les visages et aucun,
tu es toutes les heures et aucune,
tu ressembles à l'arbre et au nuage,
tu es tous les oiseaux et un astre,
tu ressembles au tranchant de l'épée
et à la coupe de sang du bourreau,
lierre qui avance, enveloppe et déracine
l'âme et la divise d'elle-même,

écriture de feu sur le jade,
crevasse dans la roche, reine des serpents,
colonne de vapeur, source dans le roc,
cirque lunaire, pic des aigles,

grain d'anis, épine minuscule
et mortelle qui donne des peines immortelles,
bergère des vallées sous-marines
et gardienne de la vallée des morts,
liane qui pend au bord du précipice,
plante grimpante, plante vénéneuse,
fleur de résurrection, raisin de vie,
dame de la flûte et de l'éclair,
terrasse du jasmin, sel dans la plaie,
bouquet de roses pour le fusillé,
neige en août, lune de l'échafaud,
écriture de la mer sur le basalte,
écriture du vent dans le désert,
testament du soleil, grenade, épi,

visage en flammes, visage dévoré,
adolescent visage persécuté
années fantômes, jours circulaires
qui donnent dans la même cour, sur le même mur,
l'instant brûle et ils sont un seul visage
les successifs visages de la flamme,
tous les noms sont un seul nom,
tous les visages sont un seul visage,
tous les siècles sont un seul instant
et pour des siècles et des siècles
une paire d'yeux ferme le passage au futur,

il n'y a rien face à moi, rien qu'un instant
racheté cette nuit, contre un rêve
d'union d'images rêvées,
durement sculpté contre le rêve,
arraché au rien de cette nuit,
à bout de bras, soulevé lettre à lettre,
tandis que le temps se jette dehors
et il cogne aux portes de mon âme
ce monde avec son horaire sanguinaire,

un instant, un instant seulement tandis que les villes,
les noms, les saveurs, le vécu,
s'effritent sur mon front aveugle,
tandis que la pesanteur de la nuit
humilie ma pensée et mon squelette,
et mon sang circule plus lentement
et mes dents se gâtent et mes yeux
s'embrument et les jours et les ans
accumulent leurs horreurs vides,

tandis que le temps ferme son éventail
et qu'il n'y a rien derrière ses images
l'instant s'abîme et surnage,
entouré de mort, menacé
par la nuit et son lugubre bâillement,
menacé par le brouhaha
de la mort vivace et masquée
l'instant s'abîme et se pénètre,
comme un poing qui se serre, comme un fruit
qui mûrit vers l'intérieur de lui-même
et lui-même se boit et se répand
l'instant translucide se ferme
et mûrit vers l'intérieur, pousse en racines,
croit à l'intérieur de moi, m'occupe entièrement,
son feuillage délirant m'expulse,
mes pensées seulement sont ses oiseaux,
son mercure circule par mes veines,
arbre mental, fruits saveur de temps,

ô vie à vivre et déjà vécue,
temps qui revient en une marée
et se retire sans tourner le visage,
ce qui s'est passé n'est pas mais commence à être
et silencieusement se jette
en un autre instant qui s'évanouit :

face au soir de salpêtre et de pierre
armée de couteaux invisibles
d'une rouge écriture indéchiffrable
tu écris sur ma peau et ces plaies
comme un vêtement de flammes me recouvrent,
je brûle sans me consumer, je cherche l'eau
et dans tes yeux il n'y a pas d'eau, ils sont de pierre,
et tes seins, ton ventre, tes hanches
sont de pierre, ta bouche a un goût de poussière,
ta bouche a un goût de temps empoisonné,
ton corps a un goût de puits condamné,
passage de miroirs que répètent
les yeux de l'assoiffé, passage
qui revient toujours à son point de départ,
et tu me conduis, aveugle, par la main
à travers ces galeries obstinées
jusqu'au centre du cercle et tu surgis
comme un éclat qui se fige en hache,
comme une lumière écorchée, fascinante
comme l'échafaud du condamné,
flexible comme le fouet et svelte
comme l'arme soeur de la lune,
et tes paroles tranchantes creusent
ma poitrine et me dépeuplent et me vident,
un à un, tu arraches mes souvenirs,
j'ai oublié mon nom, mes amis
grondent parmi les porcs ou pourrissent
mangés par le soleil dans un fossé,

il n'y a rien en moi qu'une large plaie,
un creux que jamais personne ne fouille,
présent sans fenêtres, pensée
qui revient, se répète, se reflète
et se perd dans sa propre transparence,
conscience transpercée par un oeil
qui se regarde se regarder jusqu'à se noyer de clarté :
moi j'ai vu ton atroce écaille,
Mélusine, briller, verdâtre, à l'aube,
tu dormais enroulée dans les draps
et au réveil tu as crié comme un oiseau
et tu es tombée sans fin, cassée et blanche,
rien n'est resté de toi, rien que ton cri
et à la fin des siècles je me découvre
avec de la toux et une mauvaise vue,

mélangeant de vieilles photos :
il n'y a personne, tu n'es personne,
une montagne de cendres et un balai,
un couteau ébréché et un plumeau,
une peau pendue à quelques os,
une grappe déjà sèche, un trou noir
et dans le fond du trou les deux yeux
d'une enfant noyée d'il y a mille ans,

regards enterrés dans un puits,
regards qui nous voient depuis le début des temps,
regard enfant de la mère vieille
qui voit dans le fils grand un père jeune,
regard mère de la fille solitaire
qui voit dans le père grand un fils enfant,
regards qui nous regardent depuis le fond
de la vie et sont les pièges de la mort
- où est l'envers : tomber dans ces yeux
est-ce revenir à la vie véritable?,

tomber, revenir, me rêver et que me rêvent
d'autres yeux futurs, une autre vie,
d'autres nuages, mourir d'une autre mort!
-cette nuit me suffit, et cet instant
qui n'en finit pas de s'ouvrir et de me révéler
où j'étais, qui je fus, comment tu t'appelles,
comment moi je m'appelle :
pouvais-je bâtir des plans
pour l'été -et tous les étés-
à Christopher Street, il y a dix ans,
avec Phyllis qui avait deux fossettes,
où les moineaux buvaient la lumière?,
sur la place de la Réforme Carmen me disait-elle
"l'air ne pèse rien, ici c'est toujours octobre"
ou l'aurait-elle dit à l'autre que j'ai perdu
ou l'aurais-je inventé et personne ne me l'a dit?,
aurais-je marché dans la nuit d'Oaxaca,
immense et vert foncé comme un arbre,
parlant seul comme le vent fou
et en arrivant à ma chambre -toujours une chambre-
les miroirs ne m'auraient-ils pas reconnu?
depuis l'hôtel Vernet nous avons vu l'aube
danser avec les châtaigners -"il est déjà très tard"
disais-tu en te peignant et moi, aurais-je vu
des taches sur le mur sans rien dire?,
sommes-nous montés ensemble à la tour, avons-nous vu
tomber le soir depuis le récif?,
avons-nous mangé des raisins à Bidart?, avons-nous acheté
des gardénias à Perote?, noms, places,
rues après rues, visages, marchés, rues,
gares, un parc de stationnement, chambres seules,
taches sur le mur, quelqu'un qui se peigne,
quelqu'un qui chante à mes côtés, quelqu'un qui s'habille,
chambres, endroits, rues, noms, chambres,

Madrid, 1937,
sur la Place de l'Ange les femmes
cousaient et chantaient avec leurs enfants,
et l'alarme sonna et fusèrent les cris,
les maisons s'agenouillaient dans la poussière,
tours fendues, fronts sculptés
et l'ouragan des moteurs, imagine:
les deux se dénudèrent et s'aimèrent
pour défendre notre portion d'éternité,
notre ration de temps et de paradis,
toucher notre racine et nous recouvrer,
recouvrer notre hérédité arrachée
par des voleurs de vie d'il y a mille siècles,
les deux se dénudèrent et s'embrassèrent
parce que les nudités enlacées
bondissent par-dessus le temps et sont invulnérables,
rien ne les touche, elles reviennent au commencement,
il n'y a pas de toi ni de moi, pas de demain, pas d'hier ni de noms,
la vérité des deux en un corps et une âme seulement, ô être total...
chambres à la dérive
entre des villes qui vont à pic,
chambres et rues, noms comme des plaies
la chambre avec fenêtre donne vers d'autres chambres
avec le même papier décoloré
où un homme en chemise lit le journal
où repasse une femme, la chambre claire
que visitent les branches d'un pêcher ;
l'autre chambre : dehors il pleut toujours
et il y a une cour et trois enfants oxydés
les chambres sont des vaisseaux qui se bercent
dans une baie de lumière ; ou des sous-marins :
le silence s'espace en vagues vertes,
tout ce que nous touchons devient phosphorescent;
mausolées de luxe, déjà rongés
les portraits, déjà rongés les tapis;
trappes, cellules, cavernes enchantées,
volières et chambres numérotées,
tous se transfigurent, tous s'envolent,
chaque moulure est nuage, chaque porte
donne sur la mer, sur les champs, sur l'air, chaque table
est un festin ; fermés comme des coquillages
le temps inutilement les assiège,
il n'y a pas de temps, non, ni de mur : l'espace, l'espace
ouvre sa main, choisis cette richesse,
coupe les fruits, mange une tranche de vie,
étends-toi au pied de l'arbre, bois l'eau!

tout se transfigure et devient sacré,
c'est le centre du monde en chaque chambre,
c'est la première nuit, le premier jour,
le monde naît quand deux s'embrassent,
goutte de lumière née des entrailles transparentes
la chambre comme un fruit s'entrouvre
ou explose comme un astre taciturne
et les lois rongées par les rats,
les grilles des banques et des prisons,
les grilles de papier, les fils de fer barbelés,
les timbres et les épines et les piquants,
le sermon monocorde des armes,
le scorpion mielleux avec un bonnet,
le tigre avec un haut de forme, président
du Club Végétarien et de la Croix Rouge,
l'âne pédagogue, le crocodile
devenu rédempteur, père des peuples,
le Chef, le requin, l'architecte
de l'avenir, le porc en uniforme,
le fils béni de l'Eglise
qui lave sa noire dentition
avec de l'eau bénite et prend des cours
d'anglais et de démocratie, les parois
invisibles, les masques pourris
qui divisent l'homme des hommes,
contre l'homme de lui-même,
ils s'abattent
en un instant immense et nous entrapercevons
notre unité perdue, la détresse
d'être des humains, la gloire d'être des humains
et de partager le pain, le soleil, la mort,
l'oubli effrayant d'être des vivants;

aimer c'est combattre, si deux s'embrassent
le monde change, ils incarnent les désirs,
la pensée incarnée, des ailes poussent
au dos de l'esclave, le monde
est réel et tangible, le vin est vin,
le pain retrouve le goût du pain, l'eau est eau,
aimer c'est combattre, c'est ouvrir des portes,
c'est en finir enfin d'être fantôme avec un matricule
à perpétuité condamné aux chaînes
par un maître sans visage;
le monde change
si deux se regardent et se reconnaissent,
aimer c'est se dénuder des noms :
³laisse-moi être ta putain ,sont les mots
d'Héloïse, mais il céda aux lois,
la prit pour épouse et en prime
on finit par le castrer;
mieux vaut le crime
les amants suicidés, l'inceste
des frères comme deux miroirs
amoureux de leur ressemblance,
mieux vaut manger le pain envenimé,
l'adultère dans des lits de cendre,
les amours féroces, le délire,
le lierre empoisonné, le sodomite
qui porte un oeillet à la boutonnière
un crachat, mieux vaut être lapidé
sur les places publiques que laisser se retourner la roue du destin
qui presse jusqu'à la pulpe la substance de la vie,
l'éternité se change en heures creuses,
les minutes en prisons, le temps
en monnaie de cuivre et en merde abstraite;

mieux vaut la chasteté, fleur invisible
qui se balance dans les tiges du silence,
ce difficile diamant des saints
qui filtre les désirs, rassasie le temps,
noces de la quiétude et du mouvement,
la solitude chante dans sa corolle,
chaque heure est un pétale de cristal,
le monde se dépouille de ses massacres
et en son centre, vibrante transparence,
celui qu'on nomme Dieu, l'être sans nom,
se contemple dans le rien, l'être sans visage
émerge de lui-même, soleil d'entre les soleils,
plénitude d'entre les présences et les noms;

je poursuis mes divagations, chambres, rues,
je marche à tâtons au travers les couloirs
du temps et je gravis et descends ses marches
et ses murs, je tâtonne et ne bouge pas,
je reviens d'où j'ai commencé, je cherche ton visage,
je marche au travers les rues de moi-même
sous un soleil sans âge, et toi à mes côtés
tu marches comme un arbre, comme un fleuve
tu marches et me parles comme un fleuve,
tu croîs comme un épi entre mes mains,
tu frémis comme un écureuil entre mes mains,
tu voles comme mille oiseaux, ton rire
m'a couvert de mousse, ta tête
est un astre si petit entre mes mains,
le monde reverdit si tu souris
en mangeant une orange,
le monde change
si deux, vertigineux et enlacés,
tombent dans l'herbe : le ciel descend,
les arbres s'élancent, l'espace
seul est lumière et silence, seul l'espace
s'ouvre dans la pupille de l'oeil,
passe la blanche tribu des nuages,
le corps rompt les amarres, l'âme s'élance,
nous perdons nos noms et flottons
à la dérive entre le bleu et le vert,
temps total où rien ne se passe
rien que son propre passage heureux,


rien ne se passe, tu te tais, tu cilles des paupières
(silence : un ange a traversé cet instant
grand comme la vie de cent soleils),
rien ne se passe, seulement ce cillement?
- et le festin, le désert, le premier crime,
la mâchoire de l'âne, le bruit opaque
et le regard incrédule du mort
en tombant dans la surface cendrée,
Agamemnon et son beuglement immense
et le cri répété de Cassandre
plus fort que les cris des vagues,
Socrate enchaîné (le soleil naît, mourir
est se réveiller : "Criton, un coq
pour Esculape, et me voilà guérit à vie");
le chacal qui déserta entre les ruines
de Ninive, l'ombre qui vit Brutus
avant la bataille, Moctezuma
dans le lit d'épines de son insomnie,
le voyage dans la grande route vers la mort
- le voyage interminable, mais raconté
par Robespierre minute après minute,
sa mâchoire cassée entre les mains -,
Churruca dans sa barrique telle un trône
écarlate, les pas déjà comptés
de Lincoln en sortant au théâtre,
le rôle de Trotski et ses gémissements
de sanglier, Madère et son regard
auquel nul n'a répondu : pourquoi me tuent-ils?,
les injures, les soupirs, les silences
du criminel, le saint, le pauvre diable,
cimetière de phrases et d'anecdotes
que les chiens rhétoriques fouillent,
l'animal qui meurt et le sait,
savoir commun, inutile, bruit obscur
de la pierre qui tombe, le son monotone
des os brisés dans le combat
et la bouche d'écume du prophète
et son cri et le cri du bourreau
et le cri de la victime...
ce sont des flammes
les yeux et ce sont des flammes ce qu'ils regardent,
flamme est l'oreille, le son est flamme,
braise les lèvres et tison la langue,
le toucher et ce qu'il touche, la pensée,
et le pensé, flamme est celui qui pense
tout se consume, l'univers est flamme
il brûle ce même rien qui n'est pas rien
sinon un penser en flammes, enfin la fumée :
il n'y a ni bourreau ni victime... et le bruit
dans le soir du vendredi? et le silence
qui se couvre de signes, le silence
qui dit sans dire, il ne dit rien?,
ils ne sont rien les cris des hommes?,
il ne se passe rien quand passe le temps?,

- il ne se passe rien, seul un cillement
de soleil, un mouvement à peine, rien,
il n'y a pas de rédemption, il ne revient pas en arrière le temps,
les morts restent figés dans leur mort
et ne peuvent mourir d'une autre mort,
intouchables, cloués en leur geste,
depuis leur solitude, depuis leur mort
sans sursis ils nous regardent sans nous regarder,
leur mort c'est la statue de leur vie,
un toujours être déjà rien pour toujours,
chaque minute est rien pour toujours,
un roi fantôme régit ses battements de coeur
et ton geste final, ton dur masque
moulé sur ton visage changeant :
nous sommes le monument d'une vie
étrangère et non vécue, à peine nôtre

-la vie, quand fut-elle réellement nôtre?
quand sommes-nous réellement ce que nous sommes?
nous ne sommes jamais bien regardés, jamais nous ne sommes
en tête à tête sinon vertige et vide,
grimaces dans le miroir, horreur et vomissure,
jamais la vie est nôtre, elle est aux autres,
la vie n'est à personne, nous sommes tous
la vie -pain de soleil pour les autres,
tous ces autres que nous sommes-,
je suis autre quand je suis, mes actes
sont davantage miens s'ils sont aussi à tous,
pour que je puisse être il me faut être autre,
sortir de moi, me chercher parmi les autres,
les autres qui ne sont pas si moi je n'existe pas,
les autres qui me donnent pleine existence,
je ne suis pas, il n'y a pas de je, toujours nous sommes autres,
la vie est autre, toujours ailleurs, très loin,
hors de toi, de moi, toujours à l'horizon,
vie qui nous rend fous et nous aliène,
vie qui nous invente un visage et le pourrit,
faim d'être, ô mort, pain de tous,

Héloïse, Perséphone, Marie,
montre enfin ton visage pour que je voie
ma véritable figure, celle de l'autre,
ma figure de ce nous pour toujours à tous,
figure d'arbre et de boulanger,
de chauffeur et de nuage et de marin,
figure de soleil et de ruisseau et de Pierre et Paul,
figure de solitaire collectif,
réveille-moi, oui, je nais :
vie et mort
signent un pacte en toi, dame de la nuit,
tour de clarté, reine de l'aube,
vierge lunaire, mère de l'eau mère,
corps du monde, maison de la mort,
je tombe sans fin depuis ma naissance,
je tombe dans moi-même sans toucher mon fond,
recueille-moi dans tes yeux, assemble la poussière
dispersée et réconcilie mes cendres,
attache mes os divisés, souffle
sur mon être, enterre-moi dans ta terre,
ton silence de paix vers la pensée
contre elle-même aérée ;
ouvre la main,
dame des moissons que sont les jours,
le jour est immortel, il s'élève, croît,
vient de naître et ne cesse jamais,
chaque jour est à naître, chaque lever de jour
est une naissance et je me réveille,
nous nous réveillons tous, il se lève
le soleil figure de soleil, Jean se réveille
avec sa figure de Jean figure de tous,
porte de l'être, réveille-moi, lève-toi,
laisse-moi voir le visage de ce jour,
laisse-moi voir le visage de cette nuit,
tout communie et se transfigure,
arc de sang, pont des battements de coeur,
emmène-moi de l'autre côté de cette nuit,
là où je suis toi nous sommes nous-mêmes,
au rein des prénoms enlacés,

porte de l'être ; ouvre ton être, réveille-toi,
apprends à être aussi, moule ta figure,
travaille tes traits, sois un visage
pour regarder mon visage et qu'il te regarde,
pour regarder la vie jusque dans la mort,
visage de mer, de pain, de roche et de fontaine,
source qui dissout nos visages
dans le visage sans nom, dans l'être sans visage,
indicible présence d'entre les présences...

je veux poursuivre, aller plus loin, et je ne peux pas:
l'instant se précipite en un autre et un autre,
j'ai dormi des rêves de pierre que je n'ai pas rêvé
et à la fin des ans comme des pierres
j'ai entendu chanter mon sang emprisonné,
avec une rumeur de lumière la mer chantait,
une à une cédaient les murailles,
toutes les portes se démolissaient
et le soleil entrait en trombe par mon front,
décillait mes paupières fermées,
décollait mon être de son enveloppe,
m'arrachait à moi, me séparait
de mon sommeil rude de siècles de pierre
et sa magie de miroirs revivait
un saule de cristal, un peuplier d'eau sombre,
un haut jet d'eau que le vent arque,
un arbre bien planté mais dansant,
un cheminement de fleuve qui s'incurve,
avance, recule, fait un détour
et arrive toujours :

 

Mexique, 1957

 

[Traducció de Juliette Schweisguth]

 

 

Δ

 

 

Piedra de toque

 

Aparece
      Ayúdame a existir
Ayúdate a existir
Oh inexistente por la que existo
Oh presentida que me presiente
Soñada que me sueña
Aparecida desvanecida
Ven vuela adviene despierta
Rompe diques avanza
Maleza de blancuras
Marea de armas blancas
Mar sin brida galopando en la noche
Estrella en pie
Esplendor que te clavas en el pecho
(Canta herida ciérrate boca)
Aparece
      Hoja en blanco tatuada de otoño
bello astro de pausados movimientos de tigre
Perezoso relámpago
Águila fija parpadeante
Cae pluma flecha engalanada cae
Da al fin la hora del encuentro
     Reloj de Sangre
Piedra de toque de esta vida
 

 

Δ

 

 

Por los caminos de Mysore

 

Rocas azules, llanos colorados,

cárdenos pedregales, nopaleras,

magueyes, bosques acuchillados -y la gente-:

¿su piel es mas obscura o más blancas sus mantas?

Patrias del gavilán, cielos tendidos

sobre el campo de para en par abierto.

La tierra es buena para soñar o cabalgarla.

A pesar de las hambres son bien dadas las hembras:

pecho y caderas llenos, descalzas y alhajadas,

del magenta al turquesa el vestido vehemente.

Ellos y ellas andan tatuados.

Raza de ojos inmensos, pedernal la mirada.

Hablan en jerigonza, tienen ritos extraños,

pero Tipú Sultán, el Tigre de Mysore,

bien vale Nayarit y su Tigre de Alica.

 

[Ladera este]

 

 

Δ 

 

 

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