- Hace muchos años, entre los trabajadores de las atarazanas de Kamakura corría de boca en boca la creencia de que, si las velas se tejían con plumas de águila,los bajeles conducirían a sus tripulantes al lugar de la tierra que más desearan -comentó Azir, mientras despachaba en la tienda-. De todos aquellos hombres -prosiguió-, Nassú fue el más temerario. En sueños, había decidido dar la vuelta al mundo.

- ¿Y lo consiguió? -preguntó, curioso, un cliente de toda la vida.

- Cuando Nassú vivía, la tierra aún no era redonda -respondió con picardía el tendero-. ¡Paf! -exclamó con sorna-, fue a parar a los abismos lluviosos del fin del mundo. Eso sí -recalcó con finura-, con una levedad digna del pájaro más veloz.

[Josep-Ramon Bach, El pájaro imperfecto, traducció de C. Vitale. Barcelona 2000, Ediciones del Bronce]