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EL TIGRE
Y EL HOMBRE DOMESTICADO Vieron tu sombra en Nepal,
sintieron tu rugido en Bangladés, el rayo iluminó tus zarpas en
Bengala, India, Birmania y Bután, El bosque esconde esa figura
solitaria y territorial recorriendo la sabana, desafiando
al trueno, el viento, la lluvia. El enemigo te acecha, el hombre,
que odia el esplendor cuando nadas y juegas en el agua
como pez, siente envidia del pelaje rojo
anaranjado que te cubre, tus largos bigotes
blancos y cuerpo de Apolo. Anoche, oh tigre te tuve en mis sueños, traías noticias de transformación
y curabas al desvalido, me diste poder para superar los
obstáculos que aquejan un mal día, eres la fuerza, la salud, tu
imagen es poder, fortuna, proteges al bosque de la
depredación, a las aves, al manantial, eres símbolo de bienestar, el
equilibrio de la vida, el yin y yang, me recuerdas la trascendencia de
la mesura, la biodiversidad. No eres ángel, pero vuelas
montado en polvo de estrellas, No eres meteoro, pero abrazas
cada mañana al amanecer, No eres selva, hermano, aunque
cuidas del follaje, el arroyo, la cascada, la causa
de todas las causas, No eres rey, mas todos
reconocemos tu realeza, de naturaleza encabritada y
quietud al atardecer, eres el bien sobre el mal, el éxito, la perseverancia, compasión, firmeza de corazón. [Benedicto
Cerda, (poema inédito)] |
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