Hay unas
sombras negras
ocultas tras unas rejas,
ellas reclaman al viento
sus alas que le quitaron
para remontar el vuelo.
Esas rejas se
entrelazan
con brazos de hombres blancos
de esos que son más fieros
que el tigre que corre hambriento
y aprisiona entre sus garras
al inocente cordero.
Ellas
aprietan con rabia
los barrotes invisibles,
contemplan al cielo y piden
a Dios una plegaria.
¿Por qué a
las aves pequeñas
se les permite volar
y al negro le atan cadenas
y le niegan libertad?
Esas sombras
son las almas
que siendo limpias por dentro,
Dios les pintó el carapacho
volviéndoles mamarrachos
ante un mundo pendenciero.
Este mundo
que hace alarde
de la verdad justiciera,
ese mundo la fusta empuña,
para mantener al margen
a unos hombres prisioneros
de una sociedad injusta
que no le gustan los negros...
[Carmen I.
Flores]
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