Cualquier que fue quien al Amor tirano
Pintó en edad tan tierna, ¿no os parece
Que tuvo buen consejo y diestra mano?
Advirtió bien, que el amador carece
De seso, y como niño sin cordura
Por bien ligero un grave mal padece.
No sin causa le puso en la pintura
Dos alas extendidas con que vuela
Encerrado del alma en la estrechura.
Porque en incierto mar, rota la vela,
El amante navega al viento airado
Y de varios peligros se recela.
Con flecha aguda el brazo tiene armado
Y suena amenazando cruel castigo
La fiera aljaba al uno y otro lado
Antes que se descubra el enemigo,
Sentimos la herida, y nadie sana
De la rabia y el dolor que trae consigo.
En mí queda esta imagen inhumana,
Todas, sino las alas, en mí quedan
Sus armas, y el furor del tigre hircana.
En mí perdió el volar, porque no puedan
Huirse de mi pecho los dolores
Ni de su cruda guerra un punto cedan.
¿Qué deleite es morar en los ardores
Destos enjutos huesos, niño ciego?
Pasa a mejor lugar tus pasadores.
Mejor será que viertas toda luego
Esta mortal ponzoña sobre cuanto
Jamás tocó la llama de tu fuego.
Sombra soy de los reinos del espanto,
Ya no siento tus golpes, ni es victoria
Afligir al que está deshecho en llanto
Perderás, si me pierdes, tu memoria.
¿Quién la celebrará en perpetua fama?
¿Qué versos te serán de tanta gloria?
Por los míos reluce en viva llama
El cabello, las manos y los ojos,
y el paso delicado de la dama
Que aumenta y enriquece tus despojos.

                                                           [Francisco de Medina]

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