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Cuando la idea del yo se aleja:
De lo que va adelante
y de lo que sigue atrás,
de lo que dura y de lo que cae,
me deshago,
abandonado quedo
del fuerte soplo,
del suave viento,
y quieto, las espaldas
vueltas las manos hacia arriba,
apoyo en el suelo,
corazón
abjurando de armas, faltas,
de oraciones donde borrar las faltas,
blando organismo, entidad
que ignora cómo decir: "Yo soy"
y en la enfermedad y la muerte,
vejez y nacimiento,
ya no encontrarán lugar,
como no lo encontraría el tigre
para meter su garra,
el rinoceronte el cuerno,
la espada su filo.
Antes hacía, ahora comprendo.
[ El ojo, Losada,
Buenos Aires 1963]
Γ
Puertas adentro
Como Blake con el tigre,
en tu gato no atiendes
a uñas, lengua áspera,
poblados pelos largos,
estrías blancas,
c lo que provocas desde confusa
f hermandad, la pretensión
de que en su vigor está el tuyo,
y de acercarle
elusivos discursos, soliloquios
para un no favorable
ni adverso ánimo,
sin cooperar, sin airadamente
estirarse indicando que apenas
cerraste postigos, cortinas,
él ya captó,
tu agitar antipatías, infatuaciones,
prontuarios de la menuda hojarasca
que en la sagacidad animal
pudiera disolverse,
apremio
por alguien que se mantiene
atado a su especie,
alcanzar
el par donde apoyarte, tu correspondiente;
como Blake y el tigre,
Poe y el cuervo,
Basho y la rana,
recluyéndote a pedir
el benjgno, consolador ajuste
de tu aliento, fatigoso golpe, desazón,
y la prescindencia del libre, que
no juzga.
Γ
Desde la terraza
Diafanidad que hace
válido cualquiera de los asertos
de nuestra mente,
el que propone
majestuosos unicornios
corriendo entre los médanos,
el que afirma,
mezclados con unicornios,
de tigres blancos, remisos
a comer presas vivas;
o de signo contrario, realistas
llamados al orden:
"...nunca se conoció
época alguna donde la mitología
fuera posible...",
y de cuya certeza,
acostados, fijos a la playa,
recogemos pruebas:
cómo en los fulgúreos
cuerpos que arroja la marea
no reconocemos ni un solo cabello
de Venus engendradas por las olas,
y en las rocas,
apostaderos de sirenas,
ni cuerpos de pájaros
con cuello de mujer, cola de delfín,
ni alas ni uñas
para el amor, saqueos,
naufragios;
¡apenas un golpe
de fábula, vivo e instantáneo,
cuando el viento amplifica
el rumor de los bañistas,
y nos llega en corales,
ensordece como graznidos,
son graznidos!
[Existenciales, Editorial
Sudamericana, 1986]
Γ
El nombre tigre, abarcador
de cuantos tigres y sus nombres haya,
los ciertos, los pintados, los gatunos,
los tan fuertes que su rugir
sacude el aire.
Una infinitud
que del nombre insecto, gorgojo, sale
hecha de ovales y pardas criaturas,
larvas dentro de semillas.
Γ
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