cruz

| entrada | Llibre del Tigre | sèrieAlfa | varia | Berliner Mauer |

 

 

 

 

[Julio de la Vega (Puerto Suárez ,Santa Cruz, Bolivia)]

Del León de Iberia y de la Orquídea de la Selva

Rapsodia y mordedura del maldito

 

 

 

Del León de Iberia y de la Orquídea de la Selva

Después que hirieron las tormentas
el techo de años sin memoria
los macheteros de la selva
construyeron la aurora…

Donde se alzaban Reales renacieron las chozas
dentro de un collar de empalizadas
para iniciar aldeas de caoba
y puertos con palmeras…

Sobre el cadáver del jaguar pintado,
sobre la boa y el venado,
ante un paisaje de cañaverales
y oteando llanos ondulantes del León de Iberia
y de la Orquídea de la selva
escribieron la historia
sobre inmortal madera…
Ahora en el ojo de la selva canta la nueva raza:

Tú eres la tierra prometida
tambor de pastos y maizales,
zarzal que aplasta el puercoespín…
Tú eres la tierra prometida
vasto confín de verdes hojas.
Morenas trenzas al rocío,
melena negra en las hamacas…
Talle del mimbre en los bajíos,
llanos del búfalo y el tigre…

Tú eres la tierra prometida
canto de amor del taquirari,
cuando los altos totaíes
limpian el polvo de la luna,
tú eres la tierra prometida
¡País del Ojo de la Selva!

Δ

 

Rapsodia y mordedura del maldito


Pudimos ser una misma soga,
  

una misma corbata de emoción pudimos ser. 

 

Pudimos ser: 

porque cuando aparecieron tus ojos 

como flechas señalaban mi camino 

y tu cabello flotaba llamándome 

con su alfabeto de banderas... 

 

Pudimos ser: 

porque en tu piel yo vi mi nombre 

y la estatua de mi destino tatuada allí; 

y vi cómo tu boca hablaba para mí 

y vi cómo tus dientes 

eran blancas teclas para mi música. 

 

Pudimos ser un mismo horizonte 

porque en los anchos paisajes de tu frente, 

yo miré adentro de ti y vi mi urgencia 

y tus nervios como cables rotos... 

 

Pudimos ser una misma ternura 

porque tus manos eran pétalos 

y era rocío tu cintura... 

 

Pudimos ser un mismo manantial 

porque en las playas de tus muslos 

me llamaba la arena 

y mis desesperados barcos 

echaban anclas a lo largo de tu cuerpo... 

 

Pudimos ser un único jardín, 

porque en tus ojos habían flores de llanto 

y era tu pupila un pálido clavel... 

 

Pudimos ser: 

porque abrazados en la noche 

nos unía una misma y apasionante lágrima, 

y la cruz la arrastrábamos nosotros 

ayudándonos a la manera de empujar montañas... 

 

Pudimos ser una misma cadena 

porque en las muñecas abrasadas 

teníamos la misma marca 

y éramos un mutuo carbón para la misma hoguera 

y éramos una misma sal para la lágrima gigante

que nos rodeaba como un océano inmenso 

y tu latido tenía que ser yo 

y mi latido tenía que ser tú 

como una orquesta en un aire para violines gemelos 

como si fuéramos un mismo patético compás...

 

Pudimos ser: 

pero a veces lleva el hombre tigres dentro, 

lleva cuchillos para matar 

y con espinas rasga rosas 

y por las venas corren barcas con guerreros primitivos 

y el ancestro de bestias olvidadas despierta como un clarín 

y se yergue multiplicándose; 

y la poesía entonces ya no es canto, 

ya no es clavel ni lluvia en los tejados;

la poesía se hace entonces un ronco mar embistiendo, 

llama como un tambor de antigua tribu para raptar mujeres;

 entonces el violín sólo es serpiente 

y en el hombre florecen fauces 

y le nacen filos por todos los costados 

y el fango lo maquilla 

y lo viste con un smoking para morder... 

 

Pudimos ser: 

pero el hombre en un instante borra días 

y se parece a Dios en destrozar el tiempo 

y el futuro con puertas se vuelve reja para siempre 

con pesados cerrojos sin escapatoria. 

 

Pudimos ser: 

pero a veces la seda para el hombre no es suave 

y la destroza con puñales 

y el alcohol le ayuda desde un vaso 

que proporciona infames batallones; 

y entonces el hombre no puede llamarse Beethoven 

y se vuelve un cordel desesperado...

 

Pudimos ser: 

y ahora existe sólo una noche en mí, 

un instante muerto y apagad,

 y cabellos como trigo ante el granizo

y una boca implorando y reprochando

 y delicadas manos que golpean 

 y aparece un telón fin de función de cine proletario 

 y una noche final en la que grita

un remordimiento como eterno ladrido. 

Δ

| entrada | Llibre del Tigre | sèrieAlfa | varia | Berliner Mauer |