Mi
piel
Esta mañana
rozas de repente mi memoria
tú la antigua
aunque nunca nos hemos separado
recostadas sobre la misma valla
enarbolábamos la misma sonrisa
y llevábamos el perfume de todos los espacios
atravesados
y justo esta mañana
mi nariz respira el vapor acre
despedido por el antílope de patas veloces
cuando huía al galope
cautivo del fantasma de su propio miedo
-el cazador- y de paso firmo con ese mismo
nombre
mis poemas de antaño
(y grito en sueños –no tengo miedo
y grito despierta –tengo miedo)
piel mía
tú que con tu aliento sedoso me protegías entonces
de los hombre de cuerpo aterciopelado
-la indiferente casa de fieras-
y a quien nunca hasta ahora he tenido tiempo
de dar las gracias
esperando sobrecogida
delante de esta reja de acero quemada de frío
detrás de la cual Él
el tigre rojo ocre y oro
se agitaba nervioso
deteniéndose sólo para fulminar con la mirada
las garzas blancas que brotaban hacia las alturas
estos ejemplares saciados ya de libertad
tan largos y afilados, ligeros y
plateados
estas almas endebles – estas hermanas celestes
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Acostada en una habitación desconocida
rodeada de flores de escarcha en los cristales
en esta no man’s land
lo veo libre mirar dentro
yendo suavemente de arriba a abajo
y me tiro la manta desgastada sobre el rostro
no por miedo sino por vergüenza
de lo que ya no soy desde hace tanto
(y tampoco tú, piel mía)
tan suave
tan fresca y jugosa
frente a
esta nueva mirada amarillo deslumbrante
que funde el hielo con una sonrisa
y en un murmullo hace doblarse los barrotes
tras los que mi alma parece cada vez más
un montoncito de lana afelpada
[Traducció del francès d'Amparo Salvador
Alcober]
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