Esta tarde estoy Vivaldi
        oyéndote la mano 
        Con el Oboe de la Tierra en la cabeza 
        está el amado Pierre Pierlot sentado 
        en esa nuca de la música                      
        Jamás tanto empezó  
        la primavera 
        En la arena un oído de Brueghel 
        que palpa la huella de la yegüa 
        lluvia blanca 
        que a deslizarse corre por las piedras 
        Esta tarde estoy Vivaldi oyéndote la mano 
        Divino muslo que quema desde la noche 
        sonrojados al aire siete dedos 
        incitando la locura de los sexos 
        como bocas enormes la saliva del cuerpo 
                               
        Jamás tanto empezó  
        la primavera 
        La puerta de la selva han abierto 
        han cerrado el pozo glaciar del cerebro 
        y desnudos acordes los instrumentos nuevos 
        que ya Pierlot llora su pañuelo apasionado 
        Esta tarde estoy Vivaldi oyéndote la mano 
        Deténgase la estepa por ella mientras ella 
        acerca las cien uñas del tigre 
        insinuando una melodía lejos 
        cuello erosionado 
        una melodía de alfombras y espejos 
        donde el tiburón tenga su trayecto 
                           
        Jamás tanto empezó  
        la primavera 
        Era la música invadiendo con su pecho 
        los espacios del verbo 
        Ella había dejado de ser barro 
        Sólo habían sido momentos musicales 
  
                                                                        [Jesús Fernández 
        Palacios] 
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