Lady Lazarus Plath | ||
Yo quien siempre creí que no alcanzaría mi yo profundo en mi expresión siento que me encharco/ pataleo/ destripo/ me sumerjo en su semilla la agarro/ la aprieto/ la reviento/ araño como un gato extraigo su néctar su arsénico la como a dentelladas vomito un chorro de sangre cae por mi boca no hay forma de cortarlo es poesía poemas del alba con sangre en Ariel, la leona de dios, en hebreo, Ariel y sus poderes andróginos, Ariel, mi caballo desbocado, Y yo soy la flecha, el rocío que vuela suicida, unido al impulso que conduce al ojo rojo: al caldero de la mañana ¿qué dirías ahora Herr Doctor? ¿eh? ¿Herr Enemigo? la sangre habla a mi herida que responde mi ave de pánico voló anidó durante siglos entre mis palabras me paralizó mentalmente seca, vea usted ahora se aburrió y voló va en busca de un poeta joven para clavar su pico en la garganta cuando se lance al poema
cierta tarde rescaté un pájaro moribundo día y noche día y noche cuidándolo sobreviviente sin alas náufrago que evita la orilla al final Ted lo asfixió con gas sereno/ perfecto/ bello/ muerto así imagino la gran nada una sonrisa en el rostro del cuerpo muerto le hicimos una ceremonia, lo enterramos
con Ariel despojé a mis palabras del plumaje que las disfrazaba me sumergí en el lenguaje para explorar el fondo del océano estrellas marinas/ serpientes/ oscuridad/ silencio quiero una voz con cascabeles/ aguijones/ nariz de payaso/ hacha/ sombrero de pluma/ monóculo quiero una voz como Salinger como Roth woolfiana siempre Oh Virginia hipnotizar con la palabra Oh Virginia protégeme de nuestras debilidades con estas bocas en estos mundos achis/ achis fiebres que no bajan me pondré un pantalón de tigre, tendré un romance ¿qué dirás entonces Papaíto, papaíto hijoputa, papaíto?
afuera nieva nieva nieva estalactitas de hielo mis dedos se agarrotan a la luz de la vela tinieblas londinenses en Primrose Hill ¿cómo estará el zoo del Regent’s Park? ¿sobrevivirán los bichitos con este frío? ¿qué pensó Virginia antes de sumergirse en el Ouse? ¿por qué le apasionaban a Enrique VIII las guillotinas? ¿sobrevivirán Frieda y Nicholas en esta jungla/ en esta vida? sus alientos de polilla en mis noches un mar lejano se mueve en mis oídos ¿cuánto tiempo aguantaré ser muro para contener los huracanes? ¿hasta cuándo podré protegerlos de las tormentas de arena en el desierto? los pañales, ufff, los pañales tendría que vivir sola en lo alto de la montaña descifrando la voz del viento entre los árboles yo, la huérfana, sería entonces la ermitaña me dejaría crecer uñas y cabellos asaría una liebre en una fogata hablaría a través del silencio y volcaría ese silencio en palabras dejaría de fregar/ cocinar/ limpiar culos sólo atendería las luminarias los planetas que caen como copos en mi imaginación así voy desnuda como un cuello de pollo por la vida yo, la que siempre detestó ser intuitiva, la que creía hasta “Tres mujeres” que debía primar la razón como en papá Otto como en Ted me conminé a afilarla después se despatarró mi percepción la muda comenzó a hablar abrió la ventanas y gritó nieve golpea en los vidrios los tres sin poder salir la escarcha fabrica una flor el rocío crea una estrella la campana de la muerte La campana de cristal
el hombre reventó con sus garras mi corazón en dos mi Adán alto, con voz de trueno, cantante/ narrador de historias/ león/ trotamundos vagabundo que jamás se detendrá al séptimo año se fue mi Elohim mi mitad perfecta masculina se fue como Medea incineré los textos de Ted/ Jasón en una fogata tenía a Nicholas en mis brazos quemé sus palabras letras llovían en una lluvia negra se enterraban en la tierra gozaba el día en que lo conocí me besó furiosamente el cuello mordí su mejilla un hilito de sangre resbaló por su barbilla Ted y Sylvia los Browning del siglo XX la dupla invencible nos casamos el Bloomsday en Benidorm cenábamos bajo la higuera leíamos recitábamos nos amábamos te gustaba mirarme cuando dibujaba en el mercado mi volcán en calma una lluvia de estrellas nos cubría y nos cubrió en Devon y nos cubrió en Londres ahora te fuiste bajo otro manto de estrellas papaíto hijoputa ¿a quién cantarás tus poemas explosivos esos que suenan como huracanes sobre vigas de acero? ¿quién es el cazador? ¿quién, la presa? espirales se desdoblan en círculo aún escribo en la mesa de roble esa que moldeaste con tus manos ya no me atengo a tus temas abrí el candado de mi interior femenino el agua se desbarrancó la mujer silenciosa se atoró de palabras gemía palabras/ escupía palabras/ vomitaba palabras Ariel es mi cumbre en mi vive un grito aletea por las noches buscando con sus garras un objeto de amor el águila llegó a su nido mis amigas encuentran que mis poemas son espejos yo la que siempre temí los espejos el reflejo del agua ambos son habitaciones terribles una no puede sino mirar y mirar y se pierde en sus espejismos mi paisaje es una mano sin líneas se arremolinan en un nudo ese nudo que soy yo misma
¿hay algo más real que el grito de un niño? -Nicholas nicholas, ya voy -Nicholas glotón como yo
Ariel soy yo la voz triunfante que emerge para romper con un hacha el mar congelado el enjaulado ese que no queremos mostrar estoy entera en cada verso con mis soles con mis alacranes Sylvia Plath la escindida la que creó en Wellesley esa sonrisa segura de chica equilibrada americana un engendro entre Marylin Monroe y Doris Day la perfecta la que todo lo puede por dentro bullía lava siempre a punto de encolerizarse y reventar yo mi propia carcelera un día estallé en pedazos mis ojos dispararon como pompas de jabón mis trozos saltaron como garrotes adentro, la nada, una torpe caverna un pozo infernal un bufonesco vacío deseo de quedarme quieta feto congelado en un frasco de cristal Por la raíz del pelo algún dios me atrapó. Sus vatios azules me hicieron chisporrotear como a un profeta del desierto. Las noches desaparecieron, cerrándose de golpe, como los párpados de un lagarto. Un mundo de días blancos y calvos en la cuenca sin sombras. al fin y al cabo, estoy viva por casualidad La doctora Beuscher rescató a la momia sacó sus vendas cosió sus fragmentos resurgí como Esther Greenwood la protagonista de La campana de cristal con una cicatriz bajo mi ojo marcada para siempre mi escritura brota de mi yo más cuerdo cuando una está loca está ocupada todo el tiempo en estar loca nadie puede transmitir ese sufrimiento las palabras enmudecen se vuelven invisibles mueren si el pájaro gris me atrapase de nuevo para alimentar sus pichones huiría de este mundo a todo galope mi hazaña consiste en seguir viva ésta es mi casa, ése mi bebé, ésa mi palangana a veces los simples rituales del día se atrancan como caballo terco me resulta imposible mirar a los ojos de los demás ¿revoloteará de nuevo el pájaro gris? “buelito” abuelito mío llamándome Sivvy ¿recuerdas cuando gateaba hasta la orilla me mecía en las aguas y me agarrabas del pie para impedir que explorase el océano? tu casa explotando de sol rojo y luces marinas y tú ahí buelito mi refugio ¿recuerdas cuando hice un agujero debajo de la tranquera para arrastrarme a la calle? si continúo viviendo voy a ser yo las 24 horas tiempo completo basta de armaduras de lustrar barrotes de brillar en todos los roles Lady Lazarus se comió un gusano podrido en Beirut ¿qué harías tú Dylan Thomas en mi lugar? ¿para qué te pregunto? si tú te revolcabas en el chiquero y extraías de allí la médula de tus versos
amanece en la oscuridad londinense la nieve parece un iceberg en el pavimento otra vez se cortó la luz ¿dónde acudir? ¿porqué vivo con frío? el quejido de Frieda suena a maullidito al nacer los garabatitos de su pelo se aplastaban en su cabeza mamó unos minutos como experta se durmió nunca me he sentido tan feliz como entonces fui feliz al comienzo en Court Green sus tejados de paja escribía poemas bajo el viejo olmo Ted lo hacía en el desván los chicos gateaban arriba olor a pollo y pastel de manzana, a pan integral fui feliz hasta que la serpiente cascabeleó y destruyó todo
me estoy cerrando como una concha desde que vivo sola temo estar a solas con mi mente en este invierno, con esta nieve sé que está ahí/ la huelo/ la siento Clarissa/ Elizabeth/ Marcia vienen a visitarme en marzo ¿porqué me pareció que se abría la ventana? algo rozó mi rostro ¿será la nieve? ¿será el pájaro gris? ¿el pájaro gris otra vez? ésta es mi casa, ése mi bebé, ésa mi palangana palabras áridas y sin jinete La luna no tiene por qué entristecerse, mirando con fijeza desde su capucha de hueso. Está acostumbrada a este tipo de cosas. Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien. Tan bien que parece un infierno. Tan bien que parece de veras. Supongo que cabría hablar de vocación ésta es la leche, ése el pan, ésos son mis bebés oigo sus ronquidos de gorriones les dejaré la leche y una rodaja de pan al lado de sus camas a ellos, mis hermosos bebés Lady Lazarus trepa al lomo de Ariel agarra con fuerza sus crines se desbocan hacia el infinito
[Agustina Roca, Sonámbulas, Viena Ediciones, Barcelona, 2007] |
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