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    A mi tío Willy Ossot Machado y 
    a su casa en Altamira (cerca de Tarzilandia). 
    
    A Roberto Obregón y su tigre 
    
      
    Era un jardín 
    sin flores 
    sólo sauces 
    llorones 
    y un estanque con pececillos dorados  
    Daba hacia el
    Ávila 
    y del Ávila 
    venía un tigre 
    al plenilunio.  
    Al siguiente día 
    veíamos sus rastros: 
    era el tigre. 
                Mi padre salía con la escopeta 
                            —de nada servía 
    el tigre se escondía artero entre el matorral 
                            Y nos avisaban 
                                       del tigre  
    El tigre era la 
    sombra 
    de todos nosotros 
    la de mi padre con su rifle 
    la de mis hermanos con sus miedos 
    la mía, sombra de las sombras  
    El tigre no bajó del Ávila 
                sólo dejó sus huellas 
                en el corazón de todos nosotros 
                como algo que vendría  
    Pero el tigre está 
    allí 
                en el Ávila 
                al acecho, en vigilia 
                No dejo de creer en ello 
                El aparece en Altamira. 
    
[Hanni 
    Ossot 
    (Veneçuela, 1946-2002)]  |