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Tú que has ardido en fuego de
pasiones,
que fuiste escándalo a los doce años,
que tuviste un sosía
y por capricho quisiste ir a la fiesta
de la Exaltación de la Santa Cruz
en Jerusalem y entrar en el templo
¿qué fuerza invisible te lo impedía?
Fue al levantar los ojos y ver a la virgen,
que lloraste
y por fin pudiste entrar en el templo,
allí sentiste la inspiración divina
de huir al otro lado del Jordán.
La sombra enamorada escribió notas
con su pelo en el viento musicales,
quedaron en la arena, son preciosas,
las nubes más rosadas las escuchan
cuando el sol del poniente la contempla
y yo desde tan lejos la imagino
y Norah atentamente la dibuja
en el fondo desierto del desierto
con ángeles divinos que la escoltan.
¿Un tigre durmió a tus pies en el
desierto?
¿Se enredaba el viento en tu larguísimo pelo?
¿Una tempestad te arrastró a distancias
inacabables en busca de agua
infinita como el océano?
Abandonaste todos tus hábitos
hasta que San Zosimas te halló
y te dio la comunión.
Sabia fue tu muerte
en tu cuerpo inerte,
delirante quedó en los vitrales
de las grandes catedrales.
[Silvina Ocampo] |
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