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[Chantal Maillard]

 

 

¿Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele?

Puedo decir que en tus ojos descansan

La tierra prometida

Pero he aquí

Hocicos temblorosos

[Musells tremolosos]

 

¿Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele?

«¿Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele?»,
me pregunta, burlona,
la más anciana del poblado.
Se refiere, lo sé, a lo que siempre buscan
los hombres cuando vuelven del combate.
Mi tesoro, contesto, es suave como el musgo, dulce
como leche de almendras,
tiene el frescor de los helechos
y sangra sin dolor hasta teñir de púrpura el crepúsculo
o para alimentar los cachorros de un tigre.

Mi tesoro no está escondido:
resplandece en el bosque como el oro,
mas sólo un hombre ciego
pudo hallar el camino que a él conduce.


[Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina  en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002]

 

Δ

 

Puedo decir que en tus ojos descansan

las lechuzas,

que acaricias el sol con tus rodillas

cuando desciende cárdeno sobre tu vientre,

que un tigre juguetea en tu regazo,

que tus ojos florecen como la madreselva,

puedo decir que el bosque se calla cuando duermes y lo cubre

la sombra de tus párpados.

Pero no diré nada.

No conozco tu cuerpo si es que tienes alguno.

Las lechuzas, el sol, las colinas, los tigres

son lechuzas y sol y colinas y tigres, y las flores son flores

y el bosque es sólo bosque.

Si me invento tu cuerpo cada día

es para verte un poco más distante,

pues sentirte tan cerca y tan presente sin morir

es difícil.

 

Arden las plantas de mis pies.

Soy un animal enloquecido

que salta sobre el fuego.

 

[Hainuwele y otros poemas]

 

Δ

 

“...apenas sea posible nunca tal vez aún

apenas sea posible nunca tal vez aún apenas

sea posible nunca tal vez aún apenas sea

posible nunca tigre tal vez aún apenas sea

posible nunca tal vez aún apenas sea posible

nunca tal vez aún apenas sea posible nunca...”

 

[Fragmento del poema La tierra prometida. Milrazones, 2009]

 

 

Δ

 

 

Pero he aquí que diez

millones de tigres

elefantes

y ballenas

de aves

y de lobos de

reptiles

diez millones

por diez

millones de panteras

de seres voladores

animales que duermen

con los ojos abiertos

insectos, musarañas

y grandes paquidermos

diez millones por diez

millones de hormigas,

de abejas y de búfalos,

diez millones de seres

unidos por un fin

en la tregua del hambre

barrieron los humanos

como si fuese arena

y empujándoles hasta

los confines del mundo

devolvieron

al caos

lo que le pertenece.

 

(Sobrevivió una anciana.

Viste la piel de un perro vagabundo.

Sin luces, balbucea.

No tiene descendencia.)

[La herida en la lengua, Tusquets, 2015]

 

Δ

 

 

HOCICOS temblorosos. Sacudidas. Uno de los cautivos trepa por los barrotes. Suspendido atraviesa la jaula y baja y vuelve a trepar. Dos paseantes se detienen. ─El trapecista, dice él acercando los dedos al hocico. ─Qué artista, dice ella. Y se alejan torciendo la boca en una sonrisa cómplice. El pequeño animal ha cruzado la jaula por la parte inferior, donde sus compañeros, ovillados, tiritan unos contra otros, y ha vuelto a subir royendo frenéticamente los barrotes. Pienso angustia, pienso libertad. Sin libertad, ¿qué nos impulsa a seguir vivos sino el deseo de esa misma libertad?

 

Por sobrevivir, cualquier animal embiste las paredes de su celda, atraviesa continentes, camina hasta extenuarse, desplaza a otros, se defiende y mata. Ninguno, sin embargo, esclaviza a otro por provecho o diversión, ninguno encarcela a otro para contemplar las piruetas que da tratando de hallar salida. La crueldad no son las fauces del tigre en el cuello de una gacela, no, la crueldad es moral, y la moral es humana. La estupidez también.

 

[La herida en la llengua in Lo que el pájaro bebe en la fuente y no es agua. Poesía reunida 2004-2020, Galaxia Gutenberg, 2022]

 

Δ

 

 

MUSELLS tremolosos. Sacsejades. Un dels captius s’enfila pels barrots. Suspès travessa la gàbia i baixa i torna a enfilar-se. Dos vianants s’aturen. ─El trapezista, diu ell acostant els dits al musell. ─Quin artista, diu ella. I s’allunyen torçant la boca en un somriure còmplice. El petit animal ha creuat la gàbia per la part inferior, on els seus companys, cabdellats, tremolen els uns contra els altres, i ha tornat a pujar rosegant frenèticament els barrots. Penso angoixa, penso llibertat. Sense llibertat, ¿què ens impulsa a continuar vius sinó el desig d’aquesta llibertat?

 

Per sobreviure, qualsevol animal envesteix les parets de la seva cel·la, travessa continents, camina fins a extenuar-se, desplaça altres, es defensa i mata. Ningú, no obstant això, n’esclavitza un altre per profit o diversió, cap no empresona un altre per a contemplar les cabrioles que dona tractant de trobar sortida. La crueltat no són les gargamelles del tigre al coll d’una gasela, no, la crueltat és moral, i la moral és humana. L’estupidesa també.

 

[Traducció al català de Jesús Giron Araque]

 

 

Δ

 

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