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Pienso en un tigre. Bajará a la
ciudad a la hora en que abren los bares y se expande un
intenso perfume humano. Anochece. Sediento se acodará en
la barra y beberá unas copas con los ojos prendados del
brillo siniestro y metálico, dúctil su lengua, aromado el
local con un vaivén continuo de clientes. De fondo un
blues elástico y el rugir endiablado de las máquinas
tragaperras. Observa en silencio y remoja sus
fauces.
Le delata la garra que esconde su
camisa. Nadie diría —por su aspecto— que es un cruel
asesino de la selva, sino un hombre sin prisas,
indolente, incapaz de inventarse otra rutina. Cada
viernes, tierno y solitario, cometerá un crimen sin más
rastro que un poema olvidado sobre la
barra.
[Mercedes Escolano, a
Mujeres de carne y
verso. Antología poética femenina
en lengua española del
siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina.
La esfera
literaria. 2002] |
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