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La tienda «El Mundo al
Revés» compra a cuatro y vende a tres. Consigue así tal
clientela que vende que se las pela, por eso cuesta un
horror llegar hasta el mostrador, y el parroquiano
apurado compra todo equivocado. La tortuga, siempre
quieta, lleva una motocicleta La Hormiga, no la
cigarra, se ha comprado una guitarra, y la Cigarra
adquiría -a plazos- una alcancía. ¿Para qué querrá una
silla, si no descansa, esta Ardilla? Un tigre con mucha
prisa exigió un libro de misa y el fiero lobo
estepario cuatro cirios y un rosario. Este gallo, por
señora, elgió una incubadora y el Pato hace un chiste
malo: pide una pata... de palo.
El Perezoso,
¡qué horror! hoy usa despertador, y el pacífico
Cordero un laque de cogotero. Un cangurú
saltarín adquirió allí un trampolín. -¿Un peso el
cuello? ¡Qué estafa!- protestaba la Jirafa. Por si son
cortos sus trancos pidió la Cigüeña zancos, y el Oso -es
pura verdad- un manual de urbanidad. La Cebra, ¿no te
desmayas? se encargó un vestido a rayas. La Liebre salió
algo inquieta llevándose una escopeta, La Tórtola
arrulladora quiso una ametralladora, y el Rinoceronte
fiero pues eligió un sonajero. El Burro (sin
comentario) diez tomos de diccionario. Una Polilla muy
fina entró a comprar naftalina. La Foca de modo
extraño probóse un traje de baño. Entró una Ratón a
deshora pidiendo un Gato de Angora, Y un Ciempiés al
poco rato se llevó un solo zapato. Llega un bisonte,
arremete y sólo quiere un chupete, y en cambio el Conejo
grita que le vendan dinamita, quiere el Elefante, en
fin, que el entreguen un violín. Como ya no hay quién se
entienda cambian de nombre a la tienda.
[Marta
Brunet, Pequeña antología]
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