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Temía de ti,
volátil geografía de pétalos oscuros.
Te buscaba como a una lámpara
y me topé en tus ojos a la escultura
mudable de la luna, sus mármoles
inquietos, su carne arisca y ternurosa
Unté en mis manos su luz sáfica,
toqué el botón de los sueños
y apareció en tu cuerpo una música
encendida por súbitos arrebatos, el trémulo
río de pájaros suspirantes y el tigre
cuyas jaulas enjaulan vértigos.
Lamí la noche, su región marítima
y sulfurosa, y encendí su hoguera,
bebí de tu cuerpo angélico
el antídoto contra el insomnio
y soñé contigo.
[Alfredo
Espinosa]
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