Underwood. El concepto y la letra. La poesía visual de Pepe Cáccamo
Con el título de Underwood. O concepto e a letra Pepe Cáccamo presentó en la galería A carón do mar de Cangas do Morrazo, el pasado mes de septiembre de 2006, un conjunto de piezas a caballo entre el mundo poético y el escultórico.
Todo el trabajo de Xosé María Álvarez Cáccamo y su compromiso vital y social son testimonio de una actitud poética excepcional que siempre lo situó más allá de cualquier camino poético fácil al margen de las reglas más convencionales de la industria cultural, rebelándose contra los muros de las convenciones dominantes.
Desde el plano estrictamente estético también es un creador que se posiciona en un territorio liminar, en el filo que baliza las fronteras de las disciplinas y géneros tradicionales (prosa que es poesía, poesía que es narrativa, objects trouvés que son poesía...). Poco a poco, pero de una manera constante, la obra de Pepe Cáccamo fue consolidándose como un universo singular en expansión que tiene cimientos profundos en la cultura gallega (las piezas de esta exposición son un ejemplo de estas raíces) y que dialoga abiertamente con las corrientes más innovadoras de la poesía y de las artes del mundo contemporáneo. La muestra realizada en la sala A carón do mar introduce la creación plástica del poeta en el camino abierto por Stéphane Mallarmé, Marcel Duchamp, André Breton, Meret Oppenheim, Joan Brossa o Ángel Ferrant, conformando un conjunto de realizaciones que siguen la estela de la poesía visual, del arte povera y del arte conceptual. El trabajo de Pepe Cáccamo gira en torno a la palabra y la figuración plástica. Conviene tener en cuenta que poesía y artes plásticas son dos prácticas que se definen por su condición artística, es decir, como dos prácticas que moran en el mismo mundo: el territorio del arte, el campo de la estética. Tienen un mismo calado categorial y, por tanto, son dos artes legitimados, comparados y comparables. Operaciones de apropiación y manipulación “poética” de los objetos como la realizada por nuestro artista no cuestionan este presupuesto de la común artisticidad, sino que refuerzan nuestro sentido reflexivo sobre la representación y la realidad. En cierto sentido estas operaciones revelan que las imágenes provocan en nosotros reacciones, respuestas complejas que superan sus simples cualidades formales (vid. El poder de las imágenes de David Freedberg). Para su contemplación conviene tener en cuenta lo que afirmaba Roland Barthes sobre la fotografía y las respuestas que suscitaba. El pensador francés decía que para ver una fotografía íntegramente era preciso combinar dos voces: “la voz de lo banal (lo que todo el mundo ve y sabe) y la voz de lo singular (para impregnar lo banal de todo el sentir de una emoción que sólo a mí me pertenece)”. Esta postura parece ser la que adopta Pepe Cáccamo con estas piezas, pero también -lo que es mucho más importante- la que podemos adoptar nosotros y de esta manera poder completar la obra y, como en una disección, mirar más pormenorizadamente el objeto. En las diferentes creaciones se reiteran las referencias al mundo literario, comenzando por el título de Underwood, que procede de un conocido poema vanguardista de Pedro Salinas, destacando la presencia de los poetas gallegos Eduardo Pondal y Manuel Antonio. Entre las piezas expuestas por Cáccamo se pueden destacar obras como O telégrafo de Manuel Antonio (El telégrafo de Manuel Antonio), una máquina de escribir arcaica en cuyo rodillo podemos leer fragmentos del poeta vanguardista gallego en colage con otros trozos de un libro técnico en inglés que es una guía de faros para navegantes. Se trata de un brillante juego intertextual de precisa presencia visual. Otro sobresaliente trabajo de inspiración poética es Cóncava furoca (Cóncavo agujero), en la que un agente 007 dispara un poema de Eduardo Pondal en el que se pueden leer las palabras del título que proceden de un verso del autor del Himno Galego (Himno Gallego). O proceso (El proceso) es otra creación de referencia nítidamente literaria y pertenece a una serie que el autor denomina “libros abiertos”. Se trata de un libro con la letra K en el ángulo superior izquierdo: La alusión a Franz Kafka se manifiesta con toda claridad. El mundo de la escritura, constante en las diferentes creaciones, también aparece en obras como Impresora a cor (Impresora a color), una cuña de madera de las utilizadas para calzar las gamelas (un tipo de pequeña embarcación) en la playa, un objeto encontrado en la arena y apenas tratado en el que las referencias al povera y a los objects trouvés surrealistas se hace más patente. Lo mismo acontece, con referencia a la escritura, en Pasantía (Clase particular), un pequeño encerado infantil con trozos de cinta métrica y sedimento de lápiz afilado. En este caso el resultado consigue un universo evocativo lleno de sugerencias, con la memoria infantil como catalizadora. En toda esta labor el poeta actúa de modo lúdico y reflexivo, disfrutando con el arte del residuo y con la recomposición irónica. Son objetos naturales interpretados o incorporados, objetos encontrados y transformados que se convierten en vehículos para la pura comunicación poética.
Carlos L. Bernárdez
[Traducció de Joan Navarro] | a | entrada | Llibre del Tigre | sèrieAlfa | varia | Berliner Mauer | |