LA POESÍA TRASCENDENTE | Pere Antoni Pons

 

Joan Navarro (Oliva, La Safor, 1951) abre su nuevo libro de poesía, La nit transeünt (Lleonard Muntaner, editor, 2019), de un modo que debería ser más habitual: con un prólogo que en realidad es un poema. O lo que viene a ser lo mismo: con un poema que ejerce funciones de prólogo, eso es, de anticipo más o menos orientativo y explicativo de lo que se va a encontrar el lector en las páginas siguientes. ¿Y por qué digo que debería ser más habitual? Pues porque a menudo la poesía sólo puede ser explicada poéticamente.

Extraviats al bosc dels signes así se titula el poema prólogo inaugural— es un texto en prosa lírica que tiene algo de salmodia, algo de imprecación íntima y también algo de meditación indagadora y reflexiva. El tema es el lenguaje, la relación que los humanos tenemos con él, una relación que nos hace y nos deshace, que nos abre y nos proyecta y que a la vez nos despista y nos encierra. Metafórico pero siempre expresivo, abstracto pero siempre preciso, es un poema excelente, lleno de imágenes brillantes, de preguntas retóricas y de especulaciones incisivas, que se despliegan a un ritmo severo, cortante pero fluido: «Ara puc pensar un pensament. Ara no. L’udol i la rosa absent».

El poema prólogo va encabezado por las citas de tres autores que marcan perfectamente el tono, las coordenadas temáticas y la actitud poética e intelectual de todo el libro. Los tres autores son Ludwig Wittgenstein, Lluís Solà i Jorge Luis Borges. Son tres autores que, a pesar de hacer un tipo de literatura extremadamente cerebral, han ahondado como pocos en lo que hemos convenido en llamar la condición humana. Lo mismo vale para Navarro, quién cuando habla sobre el lenguaje habla también sobre nuestro lugar como seres humanos en el mundo y sobre los laberintos mentales y morales de los que están hechos todas las vidas: «El món no parla. Som nosaltres, ventrílocs, qui parlem per ell i per nosaltres. Taxonomistes empedreïts, nosaltres. Els que de lluny semblem mosques. Confosos per la gramàtica, fugim de la llengua per arribar a la llengua».

Riesgos y grandezas. Uno de los peligros que corre la poesía que se propone abordar los grandes temas —la naturaleza del lenguaje, los dilemas existenciales que nos constituyen, el sentido último o el absurdo irredimible de las cosas— con un lenguaje trascendente es el de sonar grandilocuente, pretenciosa, postiza y, que en vez de sentir que está leyendo poemas el lector tenga la impresión de estar asistiendo a un ejercicio de vanidades y de imposturas retóricas y pseudofilosóficas. No es este el caso de Joan Navarro. Al contrario: Navarro suena siempre genuino en su afán por decir lo indecible. Eso es así simplemente porque trabaja el lenguaje de un modo que no es nunca arbitrario. No es inteligible de un modo directo ni unívoco, pero nunca cae en la verborrea facilona de una cierta poesía altivamente oscurantista y pedante. Así, es capaz de escribir versos, expresiones o poemas —siempre en prosa poética, en el caso de este libro— que resultan intensamente evocadores y expresivos, como cuando dice que estamos «extraviats en el llamp de la pregunta», o cuando hace referencia a «la nit transeünt del cervell», o, cuando escribe este encadenamiento de imágenes: «La negra neu que vibra i ens rovella. Solar del nostre exili. Misteri de l’enlloc que ens formigueja». Soy incapaz de explicar de un modo diáfano y con palabras propias qué es lo que dicen de mí y de la vida estos versos, pero sé y siento que, lúcidamente sugerentes y temblorosos, dicen algo exacto y esencial.

 

[Article de Pere Antoni Pons publicat al diari Última Hora – Mallorca el dia 5 de gener de 2020]

     

 

 

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